Por Facundo Guadagno Balmaceda.
Tomahawk - Oddfellows
Partamos de la base: Tomahawk es una banda de Rock; con esta afirmación clara en nuestras mentes podremos sacar conclusiones sobre el nuevo álbum del grupo, ya que al parecer si el nombre Mike Patton se encuentra en una alineación la composición de ésta debe ser novedosa y fuera de lo común, repleta de experimentaciones indiscriminadas. Luego de seis años desde la brillante obra que fue “Anonymous”, el conjunto californiano reemplazó al bajista Kevin Rutmains por el versátil Trevor Dunn para la grabación de una nueva placa discográfica, “Oddfellows”.
El revuelo en internet fue dispar: se mostró mucha expectativa por la nueva placa pero la gira de la banda por Estados Unidos no contaba con la misma efervescencia en el mundo cibernético, cuestión que, obviamente, resultó curiosa para quien suscribe. Para el día treinta de noviembre contábamos con el primer single del álbum: “Stone Letter”; debo admitir que me sentí decepcionado al escucharlo ya que esperaba mucho más de esta suerte de súper-grupo, pero con la sucesión de escuchas comprendí la idea que planteé al principio: Tomahawk es una banda de Rock y, en comparación con las propuestas actuales, el cuarteto es uno de los grupos que mejor se desempeña en este género.
“Oddfellows” es un álbum que encuentra a una banda con una propuesta establecida luego de doce años, es por esto que las reminiscencias a sus previas incursiones discográficas son bastante frecuentes; de esta manera nos encontramos con los sellos distintivos del conjunto pero perfeccionados de manera sorprendente: las guitarras de Duane Denison ya no son tan predecibles y redundantes como en otros álbumes, sino que ahora le dan más lugar a las melodías psicóticas y a los riffs intrincados; Stanier explora muchos más matices en su instrumento convirtiéndose en el motor del conjunto; y Mike Patton perfecciona su rendimiento vocal con la medida justa entre armonía y grito exasperante. Por otro lado, Trevor Dunn demuestra ser una elección acertada para Tomahawk: su experiencia en diferentes ámbitos musicales le otorgan soltura y precisión para al mismo tiempo dar sus clásicas bases sucias y concisas.
El material en sí es una perfecta cátedra de cómo realizar perfectas y pegadizas canciones de Rock; aunque obviamente no está mal darse un paseo por el Jazz (“Rise Up Dirty Waters”), bases Electrónicas (“I.O.U”; excelente musicalización y penosa letra) o el Hardcore (“South Paw”), mientras encontramos la saludable costumbre de utilizar armoniosos teclados y efectos vocales en toda la obra. En esta perfección y simpleza se encuentra el punto negativo de este disco: tarde o temprano, la misma fórmula puede sonar redundante, y eso se nota al final del álbum, en donde las canciones siguen teniendo un alto nivel pero no suenan muy distintas a lo que acabamos de escuchar unos minutos atrás; pero a fin de cuentas esto resulta insignificante con un material de un nivel tan importante como “Oddfellows”, el mejor trabajo que Tomahawk ha parido hasta la fecha, superando con creces cualquier otro trabajo producido por el grupo. El cuarteto californiano en el año 2013 es el ejemplo de una banda sólida con rienda suelta a la experimentación, confirmando que su propuesta es actualmente una de las mejores si de rock se trata.
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