Es una historia que data de épocas inmemoriales, cuando escuchábamos Black Sabbath, Iron Maiden, Napalm Death (o lo que sea) y soñábamos con hacer esos ruidos infernales que sacudieran nuestras tripas hasta dejarlas expuestas. Hoy en día armamos caminos que se cruzan con gente copada que comparte no solo la música sino las ideas que se transmiten detrás de la misma. El resultado son otros ruidos, nuevos, construidos sobre los viejos y expulsados al mundo buscando remitir a aquellas sensaciones viejas, pero generando nuevas.
Este pedazo de música, a la cual podríamos encontrarle conexiones con Boris, Pelican y algunos toques psicodélicos de Earthless o Comets on Fire, y estas ideas fueron generadas por Stilte, un grupo de locos lindos con los que cruzamos camino hace unos años y que han compuesto este hermoso disco. Podríamos decir que el clima generado es uno ominoso, alienante y el mensaje transmitido es pesimista... pero nada mas alejado de la realidad, porque a fin de cuentas La Derrota Muere con Ellos.
Según el mismísimo Farrokh:
"Bueno acá está. Nos tomó muchos meses, mucho esfuerzo -propio y ajeno-, muchas sonrisas junto a las risas que se transformaron, en un segundo, en algo parecido a la desolación; después nos dimos cuenta que estábamos flashando, que ni a palos era desolación, sino que habíamos fumado. Elegir fotos -para la versión física-, no ponernos de acuerdo, no entendernos, enojarse, entender y decir ahhh, era así lo que decían; esperar sin saber nada de nada la tapa, preguntarle al Chileno y que responda ahí vamo´ mi hermano y darse por satisfecho con su escasa respuesta; ¿Un librito o con cajita? ¿cuánto falta? ¿no sabés nada del arte? ¿che el chileno que onda boludo? No lo sacamos más!"
Yo no puedo decir mucho porque para mi Gran Cuervo es como un pedazo de mi ser, una experiencia que ya está incrustada en lo que soy. Va mas allá de las palabras, aquí hay mucho amor y mucho odio, como en la vida misma, pero en esta música es auténtico y a flor de piel.
Ahora a flashear otra vez con tocar en vivo, romper equipos, dormirse a cualquier hora, coordinar movidas y aguantar mierdas de de los demás, de las bandas, los dueños de los lugares para tocar, los vecinos, y blah. Pero ya salió y la música está buenísima. A veces me tengo que sentar a pensar por qué sigo haciendo toda esta pelotudez, y por suerte sigo concluyendo que lo bueno le gana a lo malo. La música mantiene a Cthulhu muerto pero soñando, la humanidad está a salvo por ahora.
Grabado en la Casa de Post Guerra de Fer Bozzini por Fer Bozzini (de Miasma) durante los días 21 y 22 de abril del 2012.
Arte de tapa por Gustaco
Voces y Saxo adicionales grabadas por Manuel Platino y Franco Marturet.
Mezclado por Fer Bozzini.
Producido por Gran Cuervo y Fer Bozzini
-Bad Brains “Into the future” (2012)
A esta altura, más que una banda Bad Brains es una auténtica institución dentro del Hardcore/Punk americano. Resulta increíble y refrescante al mismo tiempo que todavía mantengan el fuego como para sacar un disco tan bueno como este “Into the future”. No hay objeción posible, cada tema (los Hardcores para volar por el aire, los Reggaes para relajarse, los grooves irresistibles) es perfecto y, encima, cierran con un homenaje al tristemente fallecido MCA (Adam Yauch de los Beastie Boys) en clave de Dub.
-BLÆRG “Id.Entity” (2012)
Scott Wehman es un muchacho de Toledo, Ohio, al que los sonidos electrónicos y los ritmos frenéticos y entrecortados lo llenan de pasión. Bajo el alias que viene empleando hace unos ocho años, nos trae este ep que hará las delicias de todo amante del Drum N’ Bass más intrincado y cerebral que se precie de tal. Y, encima, lo pueden bajar gratis en www.blaerg.bandcamp.com.
-Deepchord “Sommer” (2012)
Rod Modell (tal el nombre detrás de Deepchord) mantiene los espesos climas urbanos, melancólicos y noctámbulos típicos del Dubstep pero los presenta en un formato de ritmos más bailables que aletargados.
-Departures “Teenage haze” (2012)
Segundo disco de estos británicos que profundizan la línea de su debut, deudora de grupos como Defeater o More Than Life. O sea, Hardcore moderno, emotivo, melódico (en las guitarras se nota un cierto tufillo a Deftones) y, aún así, rabioso.
-Forgetters “Forgetters” (2012)
Cómo extrañaba esa voz ronca, grave y poco educada. Luego de diez años de silencio discográfico, Blake Schwarzenbach (líder de Jawbreaker y Jets To Brazil) vuelve al ruedo con un nuevo Power-Trio y once nuevas canciones donde, aún con un espíritu más templado, rescata el espíritu Punk y emotivo de su primera banda.
-Give “Singles going confetti” (2012)
Escuchar a Give es como entrar a una máquina del tiempo que nos lleva directamente a aquel maravilloso Revolution Summer de Washington DC a mediados de los ochentas. Amantes de Rites Of Spring, Embrace, Dag Nasty, SoulSide y demases, no se lo pueden perder.
-How To Destroy Angels “An omen” (2012)
Segunda entrega (también en forma de ep, al igual que el debut homónimo) de esta nueva aventura musical que Trent Reznor comparte con su esposa, la vocalista Mariqueen Maandig, el artista visual Rob Sheridan y el productor/compositor Atticus Ross. El disco sigue la línea Electrónica/Experimental planteada con anterioridad, sin perder de vista la elegancia melódica, el vuelo sonoro ni las obvias influencias de gente como Coil o Cabaret Voltaire.
-No Anchor “The golden bridge” (2012)
Este trío (dos bajos, batería y voces) australiano nos trae otro suculento bocado de Sludge caótico, Noise-rockeado y con un espíritu que evoca la crudeza y el abandono del Grunge más Punky.
-The Casket Lottery “Real fear” (2012)
Tras ocho años de silencio discográfico, vuelve esta banda que cuenta en su formación con ex miembros de Coalesce. Ahora bien, no esperen Mathcore, Metalcore ni nada por el estilo, esto es Emo/Post-Hardcore (no se sorprendan tanto, al fin y al cabo Coalesce compartió amistad, giras, colaboraciones, un split y hasta un integrante, James Dewees, con The Get Up Kids) con buenas melodías, el grado justo de agresión y un tono más bien oscuro que se adivina desde el título y el arte de tapa.
-The Evens “The odds” (2012)
Una guitarra barítono, una batería y dos voces. Es todo lo que necesita The Evens para volver a emocionarnos con otra colección de canciones perfectas. La madurez puede ser incendiaria en sus propios términos.
-Love Battery “Day glo” (1992)
Un grupo nacido en Seattle a fines de los ochentas y que contó en sus filas, a lo largo del tiempo, con integrantes de bandas como Green River, Mudhoney, Mother Love Bone, U-Men, The Posies, Skin Yard, Fastbacks, Flop y unos tales Nirvana. Ok, las credenciales Grunge estaban al día pero lo que distinguía a Love Battery, más allá de cercanías estilísticas con Screaming Trees y el Mudhoney más lento (por así llamarlo), era su gusto por el Pop, desde la efervescencia Beatlera a la etérea densidad de My Bloody Valentine.
-Replicants “Replicants” (1995)
Ken Andrews y Greg Edwards (los popes de Failure) se juntaban con Chris Pitman (futuro miembro de Guns N’ Roses) y Paul D’Amour (que, hacía poco tiempo, había abandonado las filas de Tool) y nos traían este breve proyecto bautizado, de forma muy atinada, como Replicants. Se trata de un disco de covers, con versiones de artistas como Neil Young, Pink Floyd, David Bowie, Steely Dan o T-Rex (entre otros), en una vena musical cercana a la de Failure, aunque con ciertos arreglos y sonoridades de sabor Electrónico/Industrial. Como yapa, la reinterpretación de “Silly love songs” (original de Paul McCartney y Wings) contaba con un tal Maynard James Keenan como vocalista invitado.
-Dub War “Wrong side of beautiful” (1996)
En la época en que Earache (el sello discográfico responsable por los primeros trabajos discográficos de bandas como Napalm Death, Carcass, Entombed y Morbid Angel, entre otros) se alejaba del Death Metal y el Grindcore fichando bandas como Pulkas, Misery Loves Co., Ultraviolence o Janus Stark, también hacían lo propio con este cuarteto que sonaba como una versión noventizada del Bad Brains de fines de los ochentas.
-Verbow “Chronicles” (1997)
Un disco debut grabado y mezclado por Bob Mould, sumado al hecho de que Jason Narducy (cantante, guitarrista y principal compositor de Verbow) sea actualmente el bajista de la banda del mencionado ex-Hüsker Dü, hacen que las comparaciones con Sugar (el Power-Pop-Trio que Mould lideró entre principios y mediados de los noventas) sean inevitables. De todas formas, el tono de voz de Narducy (casi como una mezcla entre Kurt Cobain, Robert Pollard y John Lennon) y la presencia de la cellista Alison Chesley como integrante fija del grupo, hacen que la cosa mantenga una identidad propia, más allá de las influencias. Y, bueno, las canciones están requetebuenísimas, que, en definitiva, es lo que importa.
-Dillinger Four “This shit is genius” (2000)
Este disco que compila varios temas sueltos grabados entre 1994 y 1997 es una buena introducción al siempre estimulante mundo de este cuarteto de Minneapolis. Catorce perfectas bombas de Punk-Rock crudo, tremendamente energético, de melodías Poperas y grandes letras concebidas con lucidez y sentido del humor.
-The Up On In “Steps for the light” (2000)
Tras la disolución de Jawbox, Zach Barocas (uno de los mejores bateristas de su generación, sin duda alguna) formó este trío instrumental (batería, guitarra y bajo/contrabajo) que bien podría ser comparado a una especie de Don Caballero con más swing Jazzero que enrosques Kingcrimsonianos, y que suena (la producción corrió por cuenta de J. Robbins. Todo queda en familia) como si estuvieran tocando en el living de tu casa.
-Atomsmasher “Atomsmasher” (2001)
Dave Witte (no voy a enumerar por enésima vez la interminable lista de bandas en las que participó. Para eso está Google) ponía sus frenéticas baterías, DJ Speedranch sus alaridos dementes y James Plotkin le daba forma (o algo así) con guitarras, bajos y ruidos electrónicos varios. El resultado de este debut de Atomsmasher (luego cambiarían el nombre a Phantomsmasher para un segundo disco) era un delicioso caos Cyber-Grind-Noise-Experimental, capaz de atraer tanto a los amantes de Agoraphobic Nosebleed como a los de Naked City e, inclusive, el Aphex Twin más extremo, cáustico y violento.
-Vibrión “Instinct” (2002)
Los conocedores del Metal extremo vernáculo estarán al tanto de la importancia que tuvo Vibrión dentro del género durante los noventas y del alto nivel con el que desplegaban su corrosivo híbrido de Death Metal y Grindcore. Este ep (inédito en su momento y ahora lanzado en conjunto con su disco “Diseased”) nos traía cuatro temas que se acercaban bastante a la lentitud opresiva e Industrialosa de Godflesh (aunque la voz recuerda más bien a Max Cavalera), lo cual no está nada mal.
-Dead Low Tide “Dead low tide” (2003)
Tras la disolución de los Punk-Garageros The Murder City Devils, la mitad del grupo (incluyendo al baterista Coady Willis, luego conocido por su trabajo en Big Business y Melvins) se juntaba con Mike Kunka, ex bajista de godheadSilo y Enemymine, y daban luz a este fugaz (je) proyecto que sonaba como una excelente cruza entre The Jesus Lizard, Fugazi y Melvins. Sí, como para hacerse pis encima.
-Luna “Rendezvous” (2004)
Una banda con varios años de carrera (de 1992 a 2005), unos cuantos discos (siete de estudio, para ser más precisos) y una impronta bien distintiva, así que pueden elegir cualquiera de sus trabajos para empezar. Este álbum fue su último y traía once perfectos ejemplos de esa especie de Indie-Pop LouReedesco ideal para musicalizar mañanas de domingo.
Cheating Spouses Caught on Tape es como una dominatrix gorda, apretada como un matambre con arneses de cuero los que a duras penas pueden sujetarle las carnes rebalsantes. Ella te castiga con el látigo mientras te sodomiza con un dildo gigante a la vez que vos lo tomás con una sonrisa porque sabés que en el fondo te encanta.
Si Urban Sombrero fuese un jugador de fútbol retirado, sería Antonio Alzamendi. Si fuera una especie de onomatopeya sin sentido inventada por Raúl Portal, sería Mboheio. Y, si fuera un fenómeno lamentable, sería la cantidad de marxistas que realmente creen que el kirchnerismo (¿lo qué?) es un movimiento de izquierda.
En otras palabras, U.S. (un homenaje a la mejor cultura del mundo, la norteamericana) es un disco que, más allá de sus méritos musicales (o falta de ellos), sirve a propósitos específicos tendientes a mejorar la vida cotidiana del escucha. A través de su cuidadoso tratamiento sonoro, estas piezas estimulan, de forma subliminal e imperceptible, ciertas zonas del cerebro que... bueno, si les digo cuáles son se perdería la sorpresa.
Sólo puedo decir que, desde cierto punto de vista, este cuarto disco de Cheating Spouses Caught On Tape podría ser acusado de ejercicio ilegal de la medicina.
Participan en este disco de CSCOT:
Fernando Suarez: Homosexualidad cada vez menos reprimida y esnobismo feroz
Pity Alvarez: Necrosis en la pija
Luis Alberto Spinetta: ¿Demasiado pronto para hacer chistes?
Pete Steele: Pete
Alejandro Fantino: Vacío en el alma y estupidez infinita
Coco Sily: Cerdo repugnante
Earth Crisis: Guerreros de la ensalada
Cronos: Calzones de cuero
En conjunto con Ydnirgal y Distroiart, hemos hecho una nueva tirada de tapes de los discos Peste de Sarghuma Incoxis y Wicked Translations for the Stomachache Paranoia de Silence in First Degree. Al interesado contactarse con las mencionadas distros o enviar un email a la dirección que figura en Contact
Las oscilaciones existen en el universo en innumerables formas. Hasta es posible que toda la materia y energía que nos constituye sean en el fondo solo cuerdas oscilantes que se mueven en 11 dimensiones. Esta Zann Session está dedicada al gran manipulador de oscilaciones y formas de onda en la música del siglo XX, David Tudor, en una pieza que trata de recrear sonoramente diferentes procesos físicos relacionados con la detección de rayos cósmicos a través de la generación de ondas eléctricas mediante osciladores analógicos.
La mecánica bestia devastadora de la confianza alzó sus garras aquel 2 de Diciembre, sin concesiones; con cada golpe de la batería programada el sonido se volvió un calculado asalto a los sentidos. Como el reflejo de una vida sin posibilidades de ser vivida, Godflesh bien se encarga de transmitir su mensaje desolador y desesperanzador. Y dije golpes mecánicos, de esos que hacen temblar el suelo. Literalmente, el suelo temblaba, dándole un marco rítmico a la mugre sónica de la guitarra y el bajo. Envuelto en esta bruma de ruido, Justin Broadrick, luego de la repetitiva y agobiante intro instrumental bukowskianamente (y apropiadamente) denominada “Love Is a Dog From Hell” del compilado In All Languages, alzó su alarido de guerra: YOU BREEEEEED!!! LIKE RAAATSSS!!!
Pero recapitulemos un momento.
Londres en invierno, el sol se pone a las 3 de la tarde, cuando las nubes lo dejan salir. Y entre una turba de barbudos, adolescentes crusties, chicas tatuadas, gallegos, franceses, tanos y por supuesto, ingleses, se encontraba su servidor juntando fuerzas luego de un viaje cansador... para ver a las dos mejores bandas de todos los tiempos juntas en un épico y tal vez irrepetible show (si ya había hecho un viaje semejante por una mujer ¿cómo no lo iba a hacer por Godflesh y Neurosis?). Pero claro, a nadie le importa y está bien que así sea.
¿Nervioso? Nah, que va, ni me había dado cuenta del sueño, y el dolor recorría mi contracturada espalda de punta a punta por la mezcla de excitación, stress por haberme rateado un día y medio del trabajo y por sobre todo, la música, esa expresión extrema de angustia visceral que transmiten bandas como estas. Pero no nos adelantemos a los hechos.
Frente a una pantalla gigante en la que se proyectaban imágenes de cruces prendidas fuego, los gritos de Justin traspasaban la sala directamente a nuestros cerebros. Un Justin gigante, vestido con la reglamentaria remera cool (en este caso de Ramleh, una de las bandas más influyentes en las épocas formativas de Broadrick) se retorcía en éxtasis, buscando sacarle los sonidos más horribles a su guitarra, cuyas seis cuerdas amplificadas podían taladrar los oídos y estremecer los huesos al mismo tiempo, cubriendo el entero espectro auditivo. Ben Green con sus canas a cuestas y una escueta camisa negra marcaba el ritmo y el groove al compás de la máquina de ritmo, completando el asalto sonoro mediante un bajo que serruchaba nuestros cerebros una y otra y otra vez. Visualmente el ataque a los sentidos tenía la misma intensidad que la parte sonora. Las imágenes eran entre apocalípticas y alegóricas, los símbolos religiosos abundaban en contrapartida con las fotos del niño del primer EP, la mano incinerada de Pure o el cristo crucificado frente al paisaje fabril del Songs of Love and Hate, todo ello complementado por un excelente laburo de contrastes lumínicos, que acentuaban el efecto chocante de la música con el espástico uso de los flashes, haciendo que los climas pasen de la penumbra a la incandescencia constantemente.
La expresión del dolor se sentía físicamente, mientras la tensión crecía junto con el nihilismo sonoro de aquella seguidilla de cuatro temas extraídos del glorioso Streetcleaner (que incluyó “Tiny Tears” que se editaría en la reedición reciente de ese disco) y uno del primer autotitulado EP, el agobiante “Weak Flesh”. En una sistemática devastación sonora, el dúo no dejaba respiro para su audiencia, quienes a su vez no encontraban forma de reaccionar: algunos sacudíamos nuestras cabezas y cuerpos mecánicamente como autómatas descerebrados, mientras otros permanecían inmóviles, boquiabiertos, sin poder entender lo que ocurría (¿El aclamado efecto Neurosis era en realidad el efecto Godflesh? Ya volveremos a ese tópico mas adelante). Dolor, es el principal recuerdo que me queda, dolor y éxtasis, dos sensaciones tan primigenias y a la vez tan sublimes. Éxtasis a través del dolor... en el cuello, la espalda, las rodillas y el espíritu.
Podríamos decir que Godflesh deja poco margen para la sutileza, pero eso sólo ocurre en términos sonoros y visuales. Si bien las canciones en general nunca bajan los decibelios, si dejan lugar al manejo de la dinámica para que el show fluya orgánicamente. Esto en los discos ocurre muy esporádicamente, si escuchamos clásicos como Pure o el mencionado Streetcleaner, cuando el embotante ruido nos deja lugar a algún pensamiento, este siempre es de sufrimiento y aplastante opresión. Tal vez hacia el final de estos discos decrezca la intensidad, ya sea por la introducción de alguna melodía en las canciones o el cambio de ritmo hacia otras velocidades más soportables (esto quiere decir, pasar del ritmo cadencioso al machaque o viceversa). Es esta dinámica la que se hizo notar justamente en el show de aquella noche de domingo. Luego de la seguidilla de mazazos al alma de los primeros dos discos, el dúo cerró el set con dos de sus temas más hiteros, sacados directamente de su disco más hitero (Selfless): “Bigot” y “Crush my Soul”. El crescendo de energía dio lugar a un cierto respiro, que no permitió que el dolor físico despareciera, eso jamás. La tensión seguía aplastando nuestros cuerpos, pero ahora lo hacía a ritmos más bailables y melodías pegadizas.
Figurativamente hablando y con metáforas pedorras, podríamos trazar un paralelo entre la música del dúo de Birmingham y una gran garra mecánica que aprieta nuestros cuellos y sólo nos deja respirar lo justo para sobrevivir, y sentir el dolor de sólo respirar para vivir y vivir para respirar, sin sentido ni esperanza. Todo mal todo el tiempo, y no de una manera depresiva, sino opresiva, agobiante, claustrofóbica, aplastante, casi como la vida misma. Hum, ¿alguien dijo Swans? bueno, es obvio que Godflesh es el hijo primogénito de Swans, pero con más fuerza, más dolor... más todo.
Sonoramente hablando, creo que ya he mencionado bastante, pero cabe agregar que es así como siempre me imaginé que sonaría el dúo, un reflejo de mi imagen mental en dioscarne y hueso nunca podría haberse acercado mejor a un recital perfecto. Tal vez si lo hubiesen hecho un poco más largo, pero no, ¿para qué? Una hora sin respiros es la dosis perfecta.
Salen Justin y Ben ovacionados y entran Noah Landis y Steve Von Till a preparar sus equipos. Hacia mis adentros pensaba: “Estos tipos andan de gira por el mundo y siguen armando sus propios equipos, afinando sus propios instrumentos, conectando sus cables... son demasiado grosos”. Ellos eran los Neurosis, el sexteto (bueno hoy en día quinteto, ya que el encargado de los visuales, Josh Graham ya no es parte de la banda) que se encuentra cada día más maduro, con más canas en las barbas, menos pelos en las cabezas y más belleza en su música.
Como ya todos sabrán (y si no lo saben deberían) Neurosis es LA banda en vivo por excelencia, nadie les gana en fuerza, intensidad, pasión, son tan abrumadores en escena como arrolladora es su música. Y teniendo esto en mente ya sabía realmente que esperar de ellos. Lo que si me sorprendió muy gratamente fue que eligieran hacer un set con casi todas canciones de sus dos últimos discos, Given to the Rising y Honor Found in Decay. Esto le dio una frescura inusitada a lo que ofrecieron que sumó muchos puntos. En efecto, más allá del tema homónimo del disco Times of Grace (en el que pude darme el gusto de verlo ladrar como un perro a Dave Edwarson, quien hoy en día casi no ya aporta en las voces y se remite a sólo a su rol como bajista) y "Left to Wander" de The Eye of Every Storm (un disco que no pensé que tocarían demasiado en vivo), casi todo el set fue música reciente con esa vuelta de tuerca que saben darle a su fórmula los barbudos de Oakland en cada disco que sacan.
Para ser cabeza de la fecha se trajeron todos los chiches junto con un sonido impecable y arrasador, aunque se extrañó el complemento audiovisual de Josh Graham. No obstante supieron salvar este detalle sin dificultades y a puro HUEVO, y lo pongo con mayúsculas porque de otra forma no les estaría haciendo justicia.
Estar cerca de estas personas es una experiencia intensa ya de por sí, ni hablar de lo que generan tocando en vivo. Bien podría ser descrito como “tocar lo divino, o alguna expresión de lo divino, o lo que mejor se le asemeje”. La pura y cruda opresión de Godflesh se complementa perfectamente con el vuelo y la elevación espiritual que propone Neurosis. Ellos saben apelar a los instintos humanos más básicos y liberarlos de ese encierro que les propone la razón, desencadenando una chorrera de sentimientos imposibles de describir... ¿liberación?... ¿elevación?... ¿trascendencia?... la música de Neurosis tiene esa capacidad única e inigualable, de lograr tocar el alma de maneras profundas y dar vuelta nuestro ser de adentro hacia fuera, todo ello sin destrezas técnicas ni sobrecargas instrumentales, simplemente con la certera elección de las melodías, y un manejo de la dinámica que sólo ellos han llegado a perfeccionar hasta niveles insuperables.
El brutal sonido de esa noche me permitió observar un par de detalles que no había percatado antes: es cierto que la presencia avasalladora en escena de Steve Von Till, Scott Kelly y Dave Edwarson tiende a acaparar el escenario, pero cuando todo se oye tan violentamente perfecto salen a relucir los arreglos de batería de Jason Roeder y las hipnotizantes texturas sonoras de Noah Landis, ambos músicos generalmente relegados a segundos planos en las performances de Neurosis (por lo menos en las que había visto previamente). Con el despliegue en plena forma y todos los detalles a flor de oído, podía entenderse perfectamente el rol que Landis juega en la música de Neurosis, no sólo como un complemento de estudio, sino como una pieza fundamental del sonido de la banda, sin el cual nada sería lo mismo. Loops, samples, trazas sonoras psicodélicas (con efectos stéreo incluidos) hacían las delicias de mis torturados oídos. Como contrapartida, Jason Roeder, el indicador de las transiciones, el director detrás de los parches, golpeaba sus pobres bombos y toms haciéndolos sonar como pisadas de dinosaurios, y no de las que se escuchan en la lejanía, por el contrario, muy cerca y aplastantemente reales. Martillazo tras martillazo, la intensidad de la performance de Jason no tenía nada que envidiarle a la de los encargados de los instrumentos de cuerdas. Los brazos bien arriba, los platos destrozados, la gente en estado de estupefacción, la misma esencia de Neurosis en vivo.
Los cinco de Oakland funcionan a la perfección, ya sea explotando con perfecta sincronía en los momentos de mayor intensidad o intercalando melodías entre guitarras, voces y samples, todo en pos de la ya mencionada dinámica Neurosiesca que sólo ellos manejan tan bien. Los resultados son no menos que abrumadores, el corazón se acelera, el ruido te envuelve y te eleva para luego dejarte caer en la más triste de las melancolías, y en el camino esos gritos y esas melodías atravesaron tu ser una y otra vez sin que hayas podido hacer algo al respecto. Scott Kelly en los temas nuevos ha relegado un poco su rol de líder, dándole un poco de rienda suelta a Steve Von Till en ese aspecto, quien ha aportado una cuota más de psicodelia a la visceral y escalofriante performance del tatuado y lacerado barbudo, pero entre los dos siempre cargan al hombro la intensidad de Neurosis y nunca dejan que decaiga la furia, ese fuego interior como un sol que nunca se pone.
Mis ojos me duelen y mi cerebro todavía retumba, pero quería descargar estas palabras teniéndolas todavía frescas, ha sido todo un viaje, literalmente un desgaste físico y emocional que volvería a hacer si las circunstancias (y el cambio de la libra esterlina) me volvieran a ser favorables. Gracias a los músicos por eso, por la música, por realmente dejar todo en el escenario, por demostrar que la música si puede ser un sentimiento, no como cantan los estúpidos cantitos futboleros, y un sentimiento que se manifiesta en todos los planos, el mental y el físico. Ahora si puedo descansar.