-Fudge Tunnel “Creep diets” (1993)
Una supernova estallando en las entrañas a puro chillido e irritante repetición. “Creep diets” es el epítome de una generación, casi anticipando su prematuro suicidio. Casi como las sentencias definitivas que fueran las acciones de Charles Manson y las reflexiones de Hunter Thompson para los hippies. “Creep diets” es el balazo simbólico cuyas esquirlas se extienden hasta clavarse en los costados más dolorosos del alma. Sí, “Creep diets” bien podría ser un claro anticipo del Nü-Metal, con sus grooves saltarines, sus riffs simples (o no tanto) y obesos, y su brusquedad producida al detalle. Pero también podría ser aquel disco Punky, confrontacional y abrasivo que Kurt Cobain prometió desde que “Nevermind” desbancara de los charts a Michael Jackson, y nunca entregó del todo. Aunque, en plan de comparar, se trata más bien de una criatura capaz de pelearle mano a mano a aquel imbatible acorazado de las bolas de ruido rítmicas y los golpes de batería desnucadores que fuera el Helmet de esos lindos años, al menos en términos de quirúrgica agresión física a los sentidos. ¿Sludge? Claro, ¿qué sería de tanto barbudo sureño con mucho dedo gordo y poca imaginación sin esta clase magistral de riffeo empantanado y sintetizado al máximo? La ventaja con Fudge Tunnel es que algún visionario ya pensó aquella acertadísima (como nunca) descripción del trío como la perfecta cruza entre los tres Blacks, entendiendo esto como los riffs más siniestros y aplastantes de Sabbath, la taladrante disonancia, los bajos podridos y el humor negro de Big Black, y el eterno fuego Punk, desesperado, caótico, acorralado, con los dientes apretados y a punto de romperse y, aún así, templado y seguro de Black Flag. Y si dicha definición suena posible y correcta (en mayor o menor medida) para explicar géneros diversos como Grunge, Noise-Rock (al menos del lado más pesado de Unsane, Melvins o Killdozer, aunque hay aquí varios climas y erupciones de pura abstracción sónica que no desentonarían en las horas más oscuras de los primeros Swans y Sonic Youth), Sludge, Post-Hardcore (más New York que Washington pero con su propio sabor de cepa británica) e inclusive (estirando más o menos el grado de indignación del lector ante mis implicaciones) Nü-Metal, es porque Fudge Tunnel nunca estuvo muy contento con ese tipo de encasillamientos. Es más, da la impresión (al menos por la rabia sudorosa y áspera que exudan estos once pequeños tratados sobre el lado oscuro del espíritu humano) de que estos chicos nunca estuvieron demasiado contentos con nada. Si andan dispuestos y con ánimo como para saborear un jugoso y rancio tazón de disgusto, he aquí una dieta con la que se atragantarán de pura e incorruptible dicha malsana.
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