-Capillary Action “Capsized” (2011)
Jonathan Pfeffer nació en Estados Unidos, hijo de una traductora argentina y un cameraman israelí. En 2004 dio a luz este proyecto musical conocido como Capillary Action que lo tiene como único miembro fijo, minucioso compositor, vocalista principal y guitarrista. “Capsized” es su segundo larga duración (precedido por el muy recomendable “So embarrasing”, editado en 2008), lanzado por Pfeffer en su propio sello discográfico, Natural Selection Records, y en él encontraremos doce nuevas canciones que dejan en claro el tremendo grado de originalidad y la musicalidad a la vez demente y refinada de la que hacen gala estos tipos. En primer lugar, cabe mencionar que, al menos para este registro discográfico, la formación de Capillary Action es enteramente acústica, valiéndose de batería, percusiones varias, guitarra acústica con cuerdas de nylon, trompeta, acordeón y las voces de lo cinco músicos involucrados (hay momentos corales que son para sacarse el sombrero y aplaudir de pie) para colorear las intrincadas elucubraciones compositivas del buen Pfeffer. El hecho de que él mismo cite influencias de artistas tan dispares (o no) como Tom Ze, Mercedes Sosa, Shudder To Think, Ornette Coleman, Kate Bush, Converge, Bartok, György Ligeti y Phil Spector ya debería darles cierto indicio del espíritu desprejuiciado y la constante ebullición de ideas que plagan estas canciones. Por supuesto, también podríamos mencionar a otros redefinidores del formato Rockero, como Mr. Bungle, Extra Life, Secret Chiefs 3, The Book Of Knots o Time Of Orchids pero, en última instancia, no hay forma de hacer comparación alguna que no resulte injusta a la hora de determinar la personalidad vibrante, colorida y excitante del quinteto. Y es que cada segundo de “Capsized” es una invitación a la sorpresa constante, un torrente de energía que obliga a mover el esqueleto con sus laberínticas polirritmias, un frenético recorrido plagado de enroscados detalles armónicos y zigzagueantes desarrollos dinámicos, una pintura casi barroca en concepción y ejecución pero tratada con un buen gusto melódico envidiable y un empuje urgente y juguetón. En fin, no es material fácil (ojo, tampoco se trata de música ruidosa o extrema, aquí la afiebrada experimentación va siempre guiada por una inquebrantable sensibilidad melódica) pero si se toman el trabajo de desmenuzarlo con la debida atención, la recompensa puede ser más que jugosa y reconfortante, en especial para aquellos que aprecien la innovación y la elaboración por sobre todas otras virtudes musicales.
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