Por Fernando Suarez.
-Slint “Spiderland” (1991)
Pasan cosas extrañas aquí. Y no de esas que son simpáticas o que nos hacen pensar “qué curioso” con gesto caricaturesco. Extrañas de esas que realmente no entendemos y nos interpelan y nos confrontan con otras cosas que preferiríamos dejar en otro lado. Miradas torvas, gestos que ondulan entre la culpa y el odio más profundo, pasos en círculos concéntricos, visiones borrosas que raspan las entrañas, venas inflamadas y confusos choques de carne y sudor. La tierra de arañas puede ser nuestra propia tierra. O puede ser otra cosa, cualquier cosa. No importa. Sea lo que sea, es algo que duele y que hay que atravesar. No sirve tratar de eludirlo con sonrisas fingidas ni ánimos adormecidos, es inútil intentar engañarlo con muecas sobradoras y miradas displicentes, no va a desaparecer sólo porque cerremos nuestros ojos hasta dejarlos secos e insensibles. Todo lo que sucede aquí (lo bueno y lo malo...pero todos sabemos cómo termina la historia) es nuestro, cada nota es una fracción del entramado, aparentemente infinito, de nuestra existencia. Y los espejos podrán ser algo horrible pero destruirlos no va a destruir la imagen que ellos reflejan. Nuestros avances sinuosos, nuestra inefabilidad, nuestra voracidad, nuestra falta de templanza...lo qué sea que estas intrincadas pinturas musicales les hagan ver. La criatura que sea que estas guitarras seducen con envenenada lengua para que asome la cabeza y así poder devorársela. El latir moribundo con el que la base rítmica nos engaña, envolviendo los sentidos con brumas agridulces, sólo para luego despertarlos a los gritos y entre inesperados puntapiés. El nudo en el estómago que guía a esas descorazonadoras recitaciones, ese que sólo sabe tensarse hasta que el padecimiento se vuelve insoportable y sólo queda aullar. Y luego contemplar la carne chamuscada y magullada desde adentro hacia afuera. Desde casi el silencio hasta casi el límite humanamente tolerable de intensidad. Esto no es un tratado de dinámica musical, es el fluctuar de la vida misma en desgarrador blanco y negro, tan descolorido como sobrecargado de matices y texturas. Tan reconfortante en su sadismo como amenazador en su honestidad y absolutamente adictivo. Necesario como el propio aire que respiramos, elevador y terminante al mismo tiempo, fantasmal y concreto como un filo sobre las muñecas, quebrado y endurecido por esta entrega liberadora y pura, de esa pureza tan sucia, tan humana. Tan divina, seguramente.
2 invocaciones del cosmos:
Este es un maldito clásico, pero Touch and Go no le tiene ningún respeto. Acabo de pedirlo en vinilo y cd, mas oh decepción: no trae nada mas que el disco - que es a final de cuentas lo que vale la pena- pero ni fotos, información,etc. Cosa que me desconcertó un poco y me pregunto ¿no seria lo mimo entonces haberlo bajado en Flac y ahorrarme tantísimo dinero?
Fernando eres jodidamente bueno para escribir reviews, no desanimes que tienes un gusto impecable.
Un abrazo desde México
Sí, el cd sólo trae la tapa y la información en la contratapa pero, como bien señalaste, es un clásico, así que no necesita más que eso.
Gracias por las palabras y un abrazo para vos.
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