Por Manuel Platino.
-Seven Daily Sins “Say Yes to Discomfort” (2011)
Los siete pecados diarios, uno para cada día de la semana, es lo que nos propone este combo franco/bielorruso de death metal técnico. Say Yes to Discomfort (el cual, dicho sea de paso, puede ser descargado en la página de la banda) patea con 8 canciones que perfectamente dibujan los siete pecados diarios a los que alude el cuarteto: 1) La destreza técnica, directamente salida de aquellos clásicos de Atheist de principios de los 90´s. 2) Los pasajes atmosféricos que remiten directamente a las composiciones de Pestilence de mediados de los 90´s. 3) Los riffs angulares y disonantes del death metal y el grindcore moderno, léase Antigama y Ulcerate. 4) Pasajes ultra low-end e hiperquinéticos típicos del hyperblast que hiciera famoso Cryptopsy. 5) Gran cantidad de riffs y melodías gancheras, rebajes de medio y/o bajo tempo, como para mover la patita de vez en cuando y descansar las neuronas, brindando equilibrio entre pasajes cerebrales ultra técnicos y pasajes gancheros. 6) Un buen equilibrio entre los solos de guitarra jazzeros al mejor estilo Cynic y los solos de guitarra con gran carga emocional, que también remiten a aquellos clásicos de Florida. 7) Y por último y no menos importante, una buena dosis de riffs entrecortados y percusivos al mejor estilo Messhuggah.
Bueno, veamos. Creo que esta receta cuenta con todos los ingredientes para un disco ganador. Tenemos un buen equilibrio entre elementos del death metal técnico clásico y del death metal técnico contemporáneo. Pero claro, el talento de estos jóvenes músicos no reside en la elección de los ingredientes sino en el proceso de cocción en sí. El buen cocinero del metal debe saber reconocer y abrazar sus influencias, pero también debe poder moldearlas y lograr un plato con identidad propia. Y es aquí donde debemos reconocer la principal virtud de Seven Daily Sins: no nos importa que sean excelentes ejecutores de sus instrumentos (está bien, es un requisito indispensable para este tipo de música) ni que hayan aprendido de los mejores exponentes del género (eso demuestra que tienen buen gusto); nos importa que el producto final sea lo suficientemente interesante e inventivo para que mantenga su identidad propia. Y si a esto le sumamos un producción clara que permite escuchar con lujo de detalles los juegos de platillos, las disonancias de las guitarras y los arreglos de bajo sin tener que esforzar la atención, aquí tenemos un ganador. Muchachos, el futuro es suyo.
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