Por Fernando Suarez.
-Siren “Becoming wheels” (1997)
Hacia adelante, siempre hacia adelante. Con el ceño fruncido y el corazón oxigenado por estas melodías. Algunos riffs sencillos, algún bello arreglo de guitarra, una base con más nervio y sudor que técnica refinada pero siempre ubicada y competente, una voz limitada (con cierto aire a la de Shawn Stern de los Youth Brigade californianos) pero sumamente expresiva y un puñado de canciones que llenan el alma en menos de media hora de frenetismo melódico. Nada muy rebuscado y aún así a años luz de lo que comúnmente se consideraría como “Punk cabeza”. Ok, aquí hay rastros del viejo sonido californiano de principios de los ochentas (Bad Religion, The Vandals, T.S.O.L., los mencionados Youth Brigade) pero también una fuerte impronta entre politizada y emocional que acerca este material al costado más crudo y ganchero (Embrace, Three, Gray Matter) de aquel Revolution Summer que redefinió el Hardcore/Punk Washingtoniano a mediados de los ochentas. Entonces, podríamos estar hablando de Punk melódico pero del tipo que apunta a la reflexión antes que a la pista de Skate, aunque no creo que nadie se queje de tener estas canciones como banda sonora para surcar la ciudad montado en alguna tabla. El hecho de que el cantante de Siren (Brian Zero) tuviera notoriedad como columnista de la legendaria publicación Punk Maximum Rock And Roll ya nos dice algo del lugar político donde se paraba el cuarteto. Y sí, gran parte de su discurso puede pecar de inocente o demasiado lineal pero está expresado con tal honestidad, con tal claridad de conceptos y con tal desnudez emocional que no queda más que darle la derecha (la izquierda tal vez sea más adecuada en este caso) y dejarse llevar por esta colección de breves himnos Punks, ideales para corear a viva voz mientras ensayamos un gesto de indignación mezcla de Ian MacKaye y Greg Graffin. Claro, estamos hablando de ese tipo madurez que no denuncia ningún tipo de aburguesamiento o falta de energía, de esa que nos provee perspectiva para lograr que la llama interna siga ardiendo por siempre. ¿Dije madurez y Punk? Por supuesto, de eso se trata. Abrazar esa simpleza de conceptos y sonidos no como descarte o limitación musical, sino como forma válida de expresión artística. Canciones que cualquiera puede entender, que tienden puentes antes que derribarlos pero no pretenden agradar a todo el mundo ni ser complacientes.
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