Por Fernando Suarez.
-Pánico Es El Mensaje “Reina del caos” (2010)
Queda más que claro que el mensaje es “Pánico”. Y sí, si este disco fuera una chica, sería la reina del caos. Ok, son cinco mendocinos que escucharon bastante a Botch y bastante a otras bandas que escucharon bastante a Botch (Every Time I Die, Norma Jean, The Minor Times, The Chariot, por mencionar algunos ejemplos), pero no son buenos sólo por el hecho de prácticamente no contar con competencia (en su terreno estilístico) en nuestro país, sino porque realmente lo son. Desde ya, no se puede decir que su propuesta sea original ni innovadora pero, a esta altura, todos sabemos que no hace falta reformular constantemente un género para practicarlo como es debido. Entonces, en “Reina del caos” nos encontramos con músicos más que capaces pero empujados por una energía que deja de lado el exhibicionismo y se planta en el bando de las entrañas y la pasión desbocada. De allí, precisamente, parecen provenir estas diez canciones, a pesar de sus enrosques rítmicos, de sus riffs intrincados, de sus arreglos disonantes, de sus extraños juegos armónicos y de sus estructuras bordeando el caos más histérico. La base rítmica nos pone los nervios de punta con sus golpes frenéticos, sus abruptas frenadas y sus marchas irregulares, las guitarras juegan con nuestras neuronas como si fueran plastilina, moldeándolas alrededor de sus afiebrados delirios distorsionados, las voces vibran con extrema violencia en el pecho, generando un dolor liberador, un último agotamiento desesperado. Ideas, aquí hay muchas y buenas, tantas como para poner verde de envidia al más recalcitrante aspirante a compositor de Rock Progresivo, si es que tal aberración es posible. Pero, como ya dijimos y vale la pena insistir, la entrega no está pasada por ningún frío filtro cerebral, sino que surge directamente de las vísceras y se siente en el cuerpo como severos latigazos eléctricos. Vamos, ese sutil equilibrio entre virtuosismo, demencia creativa y fuerza bruta que caracteriza al mejor Mathcore, ese que invita al descubrimiento de constantes detalles musicales al tiempo que estimula los costados más retorcidos de la imaginación y sacude los huesos hasta dejarnos casi sin aire.
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