Por Fernando Suarez.
-Dead Elephant “Thanatology” (2011)
En 2008, estos tres italianos ya se habían ganado el premio a “disco más demente del año” gracias al intenso despliegue de enfermedad que hicieran en “Lowest shared descent” y su personal combinación de Noise Rock, Sludge, Free-Jazz, Post-Hardcore y delirios entre la vanguardia más abrasiva y la Psicodelia más desesperante. Ahora los tenemos de vuelta con este monumental “Thanatology” y la cosa se pone aún más densa, si es que eso es posible. En primer lugar, hay que decir que se trata de una placa compuesta sólo por cuatro temas, que van de los cuatro a los dieciséis minutos de duración, y cuyo núcleo conceptual trata sobre “el proceso de aceptación de la pérdida” (en palabras de los propios involucrados), lo cual ya nos da una pauta de lo que encontraremos aquí. En efecto, Dead Elephant ha puesto, esta vez, el énfasis en su costado más épico y monolítico, sin por ello resignar ese aire de espesa locura que los caracteriza. Y sí, en una época en la que cualquier pelele con un buen pedal de distorsión cree imperativo mostrarnos sus reinterpretaciones mal tocadas (pero con las capas de distorsión escondiendo esa incapacidad) del viejo Black Sabbath, es de agradecer que exista un grupo como Dead Elephant, capaz de absorber las enseñanzas más viles del Sludge y el Doom en general y devolverlas con personalidad, vuelo creativo, fuego interno y una musicalidad inapelable. Por supuesto, uno puede rastrear aquí los fantasmas de grupos como Melvins, Oxbow, Unsane o Today Is The Day pero también intrincados rebusques dignos del Robert Fripp más sesudo, climas que le pondrían la piel de gallina al Blackmetalero más curtido, excentricidades estructurales y armónicas que no desentonarían en las obras más oscuras de John Zorn y un trabajo compositivo que maneja un casi perfecto equilibrio entre empuje visceral (esos pasajes donde los riffs, los ritmos aplastantes y los alaridos distorsionados se sienten como patadas en el estómago) y una atención al detalle que bordea el sadismo más elevado. Y es que, aún dándole a cada composición lo que ella necesita (con esto me refiero a que no tienen empacho en tomar elementos de géneros diversos sin necesidad de caer en el eclecticismo por el eclecticismo mismo), estos tipos se las arreglan para eludir con naturalidad los lugares comunes y sorprender a cada segundo con una inagotable fuente de ideas llevadas a la práctica con apabullante efectividad. En fin, si andaban buscando algo de música extrema, pesada (muy pesada) pero, al mismo tiempo, imaginativa y atenta, valga la redundancia, a la música misma, he aquí una excelente opción.
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