Por Fernando Suarez.
-Chuck Ragan “Covering ground” (2011)
Ese vozarrón robusto y áspero, esos rasgueos acústicos que hacen cosquillas en el alma, ese violín que dibuja preciosos detalles sobre un vasto paisaje de emociones desnudas, el pulso sutil y necesario de ese bajo humilde, esos coros que generan nudos en el estómago y esas melodías que traspasan las formalidades musicales para fundirse con el entramado de la vida misma. Sí, se trata de un nuevo trabajo solista (el cuarto, sin contar compilados, ep’s y colaboraciones varias) de uno de los cantantes y guitarristas de Hot Water Music (el otro, Chris Wollard, también tiene su proyecto aparte junto a The Ship Thieves), en el que mantiene la línea Folk/Country que ya inaugurara en su proyecto Rumbleseat a fines de los noventas. Aquí, el buen Chuck redujo la formación básica de su grupo a un trío de bajo, violín y guitarra acústica/voz, a la cual se suman varios músicos invitados que le aportan color a la placa sin salirse nunca del tono rural, despojado, austero y sumamente emotivo que la domina. Y es que, sea cómo sea que estén presentadas, estamos hablando de perfectas piezas de artesanía cancionera, gemas melódicas despojadas de cargas innecesarias y expuestas con el pecho abierto, canciones que dan la sensación de haber brotado de la misma tierra o de una especie de corazón universal cuyo dolor y dicha nos atraviesa a todos por igual. Por supuesto, Ragan no es el cantante más dotado técnicamente pero maneja con sabiduría su rasposo registro (en este contexto, alejado de la distorsión y el nervio Punk, tiene un aire al Bruce Springsteen más adusto) y despliega su siempre certero instinto compositivo con una intensidad y un ardor interno (cualidades que, desde ya, nada tienen que ver con el volumen, la velocidad o el empaque sonoro) que barre con cualquier objeción que pudiera plantearse. En fin, ni siquiera hay necesidad de darle demasiadas vueltas, las pautas están bien claras de entrada, aquí no hay sorpresas pero tampoco fallas. El fuego ancestral guía estas diez canciones por los senderos más francos del espíritu y nos convida su calor a través de ellas sin pedir nada a cambio más que un corazón receptivo y un par de oídos sensibles.
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