Por Fernando Suarez.
-Bloodiest “Descent” (2011)
Bloodiest viene a ser algo así como una especie de Orquesta Sludge/Noise-Rock/Folk/Post-Metalera comprendida por miembros de grupos como Yakuza, 90 Day Men, Atombombpocketknife, Circle of Animals, Follows, Lying in States, Minsk y Sterling y “Descent” es su álbum debut. Como primera impresión, nada de eso nos dice demasiado. Ni siquiera el hecho de que citen influencias como Swans, Neurosis o el Noise-Rock de Chicago de los noventas (todas ellas, hoy en día, un lugar común) o que hagan alarde de cierta impronta sinfónica resulta demasiado auspicioso, a esta altura. Sin embargo, y sin ser tampoco un dechado de virtudes, el conjunto se las arregla para dar a luz un resultado más que interesante. En rigor, la influencia más pronunciada aquí es la de Swans, aunque la novedad tal vez sea que aquí se rescata el costado más ampuloso y melódico de los liderados por Michael Gira. Ojo, aquí están también los ritmos moribundos, las austeras percusiones casi tribales, los riffs graves y degradados, las enfermizas disonancias, los colchones de ruido y, como corresponde, los climas de ineludible asfixia que hipnotizan y perturban los sentidos hasta disolver el alma en visiones de absoluta perdición, pero todo ello se ve enmarcado en una entrega de elaborada y cuidadosa musicalidad, en donde las pretensiones sinfónicas son justificadas (al menos, en gran parte) por un envolvente y creativo trabajo de orquestación a cargo de los nueve músicos involucrados. Desde ya, sería criminal no notar las referencias a la oscuridad Post-Punk de clásicos como Killing Joke o Public Image Ltd. (en especial su opresivo “Flowers of romance” de 1981) ni destacar el gran trabajo vocal de Bruce Lamont, que no sólo confirma que sus proyectos paralelos superan con creces a su banda principal (Yakuza), sino que también se erige como principal responsable a la hora de dotar de una identidad propia a Bloodiest y de equilibrar los bríos épicos y las elucubraciones experimentales con interpretaciones tan competentes (por no decir virtuosas, realmente) como sentidas e intensas. Por momentos, el aire denso y enrarecido de las melodías puede llegar a remitir a los pasajes más melódicos de los legendarios Acid Bath (o las aventuras posteriores de su vocalista Dax Riggs), lo cual es, sin duda, otro punto de interés para tener en cuenta. En fin, como primer paso, “Descent” nos entrega composiciones bastante cargadas y, en su mayoría, atractivas, concebidas con importantes cuotas de imaginación e inteligencia musical, e ideales para sumergirse en espeso trance espiritual. Si para el próximo logran soltarse un poco más, pueden llegar a dar una gran sorpresa.
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