Por Fernando Suarez.
-Trial By Fire “Ringing in the dawn” (2002)
Siendo oriundos de Washington DC y contando en sus filas con músicos que, en algún momento de sus carreras, pasaron por bandas tan variadas como Haram, The Loved Ones, Majority Rule, The Out Circuit, Renee Heartfelt y Cloak/Dagger, no es de extrañar que Trial By Fire exhiba un conocimiento profundo del Hardcore/Punk de su ciudad natal y un empuje musical motivado tanto por un ardiente fuego emocional como por un profundo compromiso político. Y no, por una vez no estoy hablando de Post-Hardcore. En los poco más de veinticinco minutos que dura “Ringing in the dawn”, el cuarteto nos tira encima once indestructibles himnos que renuevan las enseñanzas de leyendas como Bad Brains, Minor Threat, Faith y Government Issue a través de un sonido clarísimo, potente y actual, y una sensibilidad melódica que no hubiera desentonado en aquel glorioso Revolution Summer de 1985. O sea, detrás de una furiosa coraza del más urgente y desenfrenado Hardcore/Punk, tenemos canciones bien construidas, una base rítmica sólida y versátil, guitarras con vuelo y gran instinto melódico, y voces crudas, declamativas, viscerales y, al mismo tiempo, articuladas y con el toque justo de melodía. Por momentos pienso en un nexo entre la primera y la segunda generación de Hardcore Washingtoniano, algo así como un puente entre Faith e Ignition pero con los avances sonoros de las últimas décadas, en otros en un Kid Dynamite más refinado o en un Hot Water Music acelerado y nervioso pero, en última instancia, la identidad de Trial By Fire brilla a cada segundo con vigor e intensidad propios. Tenemos ritmos veloces, medios tiempos bien Punkys y rebajes un tanto más reposados, riffs con sabor a vieja escuela, otros elaborados con mayor riqueza armónica, elegantes arreglos y deliciosos punteos melódicos, tenemos esa entrega pasional y física del Hardcore tradicional, esos coros para gritar con los puños en alto y esa energía contagiosa y liberadora, pero también una inteligente estructuración compositiva y dinámica, interpretaciones ajustadísimas y una sensibilidad que nada sabe de poses rudas y gestos pendencieros. Es una pena que la vida del grupo haya sido tan corta (2000 a 2003) y que éste sea el único documento discográfico que dejaron, ¿quién sabe hasta dónde podrían haber llegado (artísticamente hablando) con más tiempo por delante? De todas formas, este estimulante “Ringing in the dawn” sigue destacándose como una gema solitaria, una explosión de energía que infla el pecho y desentumece voluntades adormecidas con inapelable ardor.
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