Por Fernando Suarez.
-Optimum Wound Profile “Silver or lead” (1993)
En su momento, muchos desestimaron a Optimum Wound Profile catalogando al proyecto como el mero intento por parte de Phil Vane (vocalista de los pioneros Crustys Extreme Noise Terror) de subirse al éxito obtenido por Ministry con su portentoso “Psalm 69”. Podemos admitir que en su álbum debut (“Lowest common dominator”, de 1992) todavía se respiraban fuertes aires al Ministry más riffero (aunque el hecho de que contar con dos cantantes, el mencionado Vane y Simon Finbow, mantenía, de cierta forma, las cosas aún cerca de Extreme Noise Terror) pero deberíamos notar, entonces, que su fecha de edición (el año, al menos) coincide con la del aludido disco de Al Jourgensen y compañía, con lo que las especulaciones comerciales pueden dejarse de lado. Por otro lado, más allá de las influencias (el mismo grupo se reconocía amante de discos como “The land of rape and honey” y “The mind is a terrible thing to taste”, aunque consideraban que “Psalm 69” era demasiado metálico), tildarlos de copiones hubiera sido (y lo seguiría siendo) un grave error y una apreciación demasiado superficial. Como si eso no bastara, un año después el quinteto nos tiró por la cabeza este increíble “Silver or lead”, que parecía especialmente diseñado para barrer con cualquier tipo de duda que pudiera surgir sobre sus capacidades creativas. Por supuesto, todavía estamos hablando de un híbrido entre sonidos Industriales, agresión Hardcore y guitarra metalizadas, pero esta vez encarado con un grado elevadísimo de inventiva, reteniendo la energía furibunda y enfermiza de antaño pero abriendo el juego a una vasta gama de variantes y tangentes inesperadas. Más allá de que las caras visibles del grupo fueran los citados cantantes (ambos cumpliendo una labor tremendamente intensa, alternando los gruñidos de Vane con el tono más agudo y desesperado de Finbow y, al mismo tiempo, animándose a probar modismos más reposados), las figuras indiscutidas de la placa son Martyn Peck (guitarrista, aquí conocido como Roki) y Jason Whittaker (samples y programación, reemplazante del previo Snapa Harvey), ambos encargados de componer estos doce temas y de plantear, con sus respectivos instrumentos, los cimientos fundamentales de su amenazante personalidad. Por el lado de las seis cuerdas, tenemos riffs, claro, montones de ellos, secos, cortantes y machacones según lo exige el estilo y arropados en un sonido afilado y certero como un bisturí. Pero eso no es todo, dicho despliegue de contundencia se ve embellecido, profundizado y debidamente trastocado por extraños juegos armónicos, disonancias, texturas y hasta melodías que bien podrían asociarse a nombres como Voivod o Killing Joke. Todo ello enmarcado en bases rítmicas programadas con frenética saña, estructuras con un sádico manejo de la dinámica y retorcidas orquestaciones digitales que lanzan constantes esquirlas oxidadas que se clavan sin piedad en los centros neurálgicos y dejan feas cicatrices. Y lo mejor es que semejante torbellino de punzantes estímulos sensoriales viene en la forma de canciones redondas, variadas, intensas y que cumplen funciones claras en el desarrollo argumental del álbum. Así, aparte de los esperables (pero no convencionales ni genéricos) mazazos Hardcore/metálico/industriales (“One head two eyes”, “Twisted”, “Doghead” o “Lubricator”, por ejemplo), tenemos el groove fluido y mecánico al mismo tiempo de “Nazilover”, el humor esquizoide de “Crotch metal orgasm” (construido sobre un collage de solos de Eddie Van Halen sampleados y agrupados de la forma más histérica posible), el guiño a Einstürzende Neubauten de “Plata o plomo” que sirve de introducción al Punk cibernético y descontrolado de “Slavetrade”, la asfixiante y ominosa oscuridad de “Verfall” (piel de gallina y dientes apretados hasta quebrarse), los sicóticos susurros montados sobre caos rítmico de “Sidewinder”, los loops corrosivos de “Exorcise” o ese final a pura y despojada desazón acústica (sí, cierran la faena con algo así como una balada y resulta tan jodida como cualquier otro tema) que es “Modus operandi”, detrás del cual se esconde un amorfo bonus track con claras tendencias alucinógenas y pesadillescas. En 1995, Optimum Wound Profile lanzaría su tercer y último disco (“Asphyxia”), en el cual probarían un acercamiento un tanto más orgánico y hasta melódico (y ya sin Vane en la formación), bastante interesante pero, a todas luces, menos imaginativo que el de “Silver or lead” que, hasta el día de hoy, se mantiene como una de la sobras más completas y estimulantes en la historia del Metal Industrial. Pueden recordar al Phil Vane más enojado en su trabajo con Extreme Noise Terror pero, si quieren hacerlo en su punto más alto de inventiva e intensidad, he aquí la mejor opción.
2 invocaciones del cosmos:
Excelente argumento sobre una de las mejores bandas de metal industrial en los noventas y tan vigente su sonido a estos tiempos, pocas bandas se dan el gusto de crear tan maravillosa y brutal música industrial!
Me doy el gusto de tener los 3 álbumes que editaron en los noventas!
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