Por Fernando Suarez.
-Lotion “Full Isaac” (1994)
No me gusta sonar demasiado nostálgico, no soy de la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor” ni creo que sea correcto desmerecer las expresiones artísticas propias de cada generación pero, al mismo tiempo, no puedo negar que mi corazoncito musical está firmemente plantado en los noventas. Y ni siquiera se trata de una cuestión de géneros específicos. Tomen, por ejemplo, este álbum debut de Lotion. En él encontrarán claros rasgos distintivos de esa época aunque nada que los coloque en una categoría rígida. Tenemos algo de Grunge en ciertas guitarras especialmente rasposas, en la angustia melódica de las voces, en ocasionales flirteos psicodélicos y en el empuje muscular de la base rítmica pero también tenemos una concepción compositiva más bien cerebral y prolija y un críptico sentido del humor que no hubiese calzado del todo con la mugre melancólica que venía de Seattle. Podemos hallar, también, claros puntos de contacto con el Post-Hardcore más melódico (o Emo, si prefieren), en especial cuando las melodías adquieren un tono claramente emocional y la interacción instrumental brilla en dinámicas casi angulares, aunque la elegancia armónica de las composiciones proponga un tipo de intensidad que poco tiene que ver con la crudeza Core. Y si alguien habla de agridulces melodías Pop arropadas por guitarras distorsionadas y rítmicas nerviosas, entonces no queda otra más que mencionar a nombres como Bob Mould (en cualquiera de sus encarnaciones), My Bloody Valentine, Dinosaur Jr y hasta R.E.M. como claras influencias de este cuarteto neoyorquino. En última instancia, estamos hablando de Rock, ni más ni menos. Guitarrero sin perder de vista la canción en sí misma, potente y a la vez prolijo, emotivo sin necesidad de caer en exageraciones dramáticas, inteligente pero nunca frío o falto de alma, certero pero siempre dispuesto a probar nuevas variantes para no quedar estancado en una mera caricatura de sí mismo. Sí, una vez más voy a insistir con el tema de las buenas canciones. Porque son ellas (y no otra cosa) las que, en definitiva, hacen que sienta este calor tan particular en el estómago cada vez que escucho este “Full Isaac”, las que son capaces de zarandear mi ánimo con manos firmes y tiernas al mismo tiempo, las que me trasladan a otros lugares más reconfortantes y luego me enfrentan bruscamente con esas mismas visiones cotidianas de las que intentaba escapar. En fin, si comparten conmigo está obsesión con la forma de hacer Rock que se estilaba en los noventas, he aquí un bocado que no deberían privarse de probar.
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