Por Fernando Suarez.
-Blackpool Lights “This town’s disaster” (2006)
Si parto de la base de que hay gente que realmente cree que un grupo prefabricado e impulsado por una corporación multinacional como The Clash (por poner un ejemplo, pueden cambiarlo por Rage Against The Machine, Mano Negra o Calle 13, si prefieren) puede ser considerado como un serio opositor al sistema político, económico y social que lo nutre, entonces no debería resultarme tan extraño que muchas de esas mismas personas se vean a sí mismas con cierto aire de superioridad por el hecho de escuchar música supuestamente (porque, si un grupo como Boredoms fue editado por Warner Bros., todas esas cuestiones son dignas de ser, al menos, replanteadas) difícil o inaccesible. Y no es que me moleste, en definitiva cada uno maneja sus problemas de autoestima como puede. Lo que se me hace un tanto chocante, es que detrás de esas ínfulas suele adivinarse una suerte de desprecio por formas musicales que resulten sencillas, agradables, competentes y que sean capaces de emocionar sin tener que apelar compulsivamente a las bajezas más sórdidas del espíritu humano. En ese sentido, The Get Up Kids ya había recibido su buena ración de escarnio underground, a medida que su sonido dejaba de lado la desprolijidad Emo de sus inicios en pos de un refinamiento de claro talante Pop, y puedo imaginarme que la cosa se debe haber intensificado en el caso de Blackpool Lights. Claro, se trata de la banda que Jim Suptic (guitarrista y ocasional vocalista de Get Up Kids) fundara tras la disolución de su grupo principal en 2005, y en la que desplegó sus composiciones más brillantes, certeras y, claro, Poperas, sin ningún tipo de tapujos y hasta animándose a hacerse cargo por completo de las tareas vocales. Por supuesto, se pueden usar términos como Power-Pop o hasta Indie-Rock, como para tratar de justificar el disfrutar de un disco repleto de potenciales hits radiales ante nuestros amigos cool (de esos que jamás se admiten como hipsters y snobs pero que actúan constantemente como tales) pero, en última instancia, estamos hablando de once piezas de perfecta artesanía Pop. Canciones de estructuras simples, predecibles tal vez pero aún así irresistibles, montadas sobre tres o cuatro acordes con el grado justo de distorsión (y no más, no hay necesidad de esconderse aquí) y ritmos que invitan a disfrutar antes que a complicarse la existencia, propulsadas hacia el centro del pecho a través de melodías y arreglos de una hermosura tan honesta como conmovedora, interpretadas de forma prolija pero nunca estéril, con una naturalidad y una soltura que no sabe de poses abúlicas o excusas elitistas para la incompetencia, y claramente despreocupadas por el qué dirán. Aquí no hay temor en sonar auténticamente alegres y soleados sin ningún tipo de ironía (casi una herejía en el universo Indie en general) o a mostrar una cara romántica absolutamente desnuda, dulce y entrañable. Por supuesto, también hay lugar para momentos melancólicos y hasta para efervescentes arranques con nos recuerdan las raíces Punks de esta gente, pero siempre con la mirada puesta en la belleza melódica más inmediata. Desde ya, calculo que muchos de los lectores (los dos o tres que lo hagan) de estos divagues verán a “This town’s disaster” como un trabajo superficial o hasta demasiado juvenil y volverán a su pedestal de ruidos, alaridos, contracturas, gestos distantes, credibilidad Rockera (algo casi tan absurdo como hablar de inteligencia militar) y secretos bien guardados (y que conste, otra vez, que no tengo nada en contra de ninguna de esas cosas). No hay problema, ellos se lo pierden.
2 invocaciones del cosmos:
Bravo... Reseña de 10. No he escuchado el disco, pero inmediatamente lo haré.
Gracias por las palabras.
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