Por Fernando Suarez.
-Nine Eleven “City of quartz” (2009)
Bautizarse como Nine Eleven puede ser visto como una mera provocación, en especial viniendo de un grupo Hardcore. La cosa toma otra profundidad cuando los implicados explican que el nombre hace referencia a la fecha en la que el presidente chileno Salvador Allende fue derrocado por el dictador Augusto Pinochet, con indisimulada complicidad de la C.I.A., y no al ataque al World Trade Center que tendría lugar el mismo día, veintiocho años después. Y es que estos franceses parecen buscar constantemente una vuelta de tuerca que los aleje del lugar común y las ideas trilladas. En lo referente al mensaje del grupo, y sumado a lo dicho, podemos mencionar que este tercer trabajo (precedido por el ep “King for a day, ghost for a lifetime” y el larga duración “Use your desillusion”, editados en 2006 y 2007 respectivamente) toma su título del aclamado libro del autor Mike Davis (un estudio cultural, económico e histórico de la sociedad de Los Angeles encarado desde un punto de vista marxista), que sus letras exploran diversos tópicos (lo político y lo emocional, lo global y lo local entrelazados) con lucidez y vuelo literario, y hasta se atreven a cuestionar a la propia escena Hardcore a la que pertenecen. En lo musical también hacen honor a ese espíritu inquieto, con un sonido que, aún plantado en esa impronta rabiosa del Hardcore, se expande en un vuelo creativo y una musicalidad elaborada, de tintes casi Progresivos. Podemos mencionar referentes como Refused (hay más de un guiño a los suecos), Shai Hulud (en especial en lo que hace a balancear agresión, emotividad e instrumentaciones virtuosas) o cierta modernidad melódica (por así llamarla) afín a nombres como Comeback Kid o los legendarios American Nightmare/Give Up The Ghost pero, en última instancia, el resultado final arroja una personalidad distintiva y esa pulsión por enroscarse sin perder de vista nunca la intensidad que caracteriza al género. A lo largo de estas once canciones nos toparemos con estructuras laberínticas, abruptos cortes y cambios de ritmo, multitud de arreglos de guitarras, juegos dinámicos inesperados e interpretaciones ajustadísimas e imaginativas, todo ello puesto al servicio de expresar una rabia visceral y urgente. En fin, por ahora, y luego de varias idas y venidas entre sus integrantes, sólo nos queda esperar la continuación discográfica de este genial “City of quartz”, que no debería tardar demasiado tiempo en ver la luz. Mientras tanto, aquí hay bastante para masticar.
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