Por Fernando Suarez.
-Helms Alee “Weatherhead” (2011)
Tres años después de aquel maravilloso “Night terror”, con el que Helms Alee sorprendió a más de uno (me incluyo) con su particular combinación de gordura Sludge, nerdismo Post-Hardcore, delirio Noise-Rockero y melodías entre el Indie-Rock y el Grunge, aquí llega “Weatherhead”, una secuela que termina de confirmar que estamos en presencia de una de las bandas más originales e interesantes del Rock pesado en general (no me atrevo a ponerlos en la bolsa del Metal aunque son pesados, pero es una pesadez más a la Melvins, por poner un ejemplo y una ineludible influencia) de los últimos años. Podría decirse que la fórmula es, básicamente, la misma del debut, si no fuera porque aquí no hay fórmula, sólo grandes canciones donde la sensibilidad melódica, los riffs pesados, los arreglos imaginativos y la inteligencia compositiva conviven en apabullante armonía. Sí, esta gente está del tomate pero saben resumir esa locura en composiciones redondas, coherentes, gancheras y sumamente intensas. Por supuesto, hay que señalar un notable crecimiento en el departamento vocal, con coros y líneas melódicas cada vez más cuidadas y hermosas, así como un incremento de climas de épica Psicodelia y rebusques casi Progresivos pero siempre confinados al sólido nervio rockero de las canciones y trabajados con un buen gusto y una claridad que no sabe de lánguidos devaneos hippies o meras exhibiciones de autoindulgencia. Por otro lado, cuando el trío se pone riffero, es mejor que estén preparados para sentir a la tierra temblar bajo sus pies. Podrían trazarse paralelos con bandas como Torche y Jucifer, en especial en lo que hace a rescatar el legado de los mencionados Melvins y adornarlo con una belleza melódica de tintes casi Pop, pero sólo estaríamos hablando de un marco de referencia. Tal vez en un par de años la prensa musical invente un rótulo estúpido y ponga a estos grupos en una misma bolsa estilística pero esa sería otra historia. Volviendo al disco en sí, lo que aquí tenemos es un colorido viaje musical, plagado de imágenes y detalles, llevado adelante con un empuje visceral y sanguíneo, y concebido con imaginación febril y conmovedora profundidad emocional. Con total naturalidad, estos oriundos de Seattle tomaron lo expuesto en su primer álbum y lo multiplicaron por cien, marcando a fuego su identidad musical y expandiéndose a un firmamento creativo elevadísimo. De cabeza a lo mejor del año
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