Por Fernando Suarez.
-Fuel “Monuments to excess” (2000)
Suele suceder en la vida en general, y el Rock no debería ser una excepción pero siempre me termina resultando curioso cómo el tiempo pone las cosas en perspectiva. En su corta existencia (1989 a 1991, pero podríamos ir un par de años antes a breves proyectos de similar talante como The Skinflutes y Sawhorse), Fuel (no confundir con la banda de igual nombre oriunda de Tennessee, formada a mediados de los noventas y más afín al sonido de, contengan la náusea, Creed o Godsmack) seguramente fue considerado como un grupo de San Francisco desesperado por emular las enseñanzas que la escena de Washington DC impartiera al Hardcore/Punk americano desde aquel glorioso Revolution Summer de 1985. Y es que, diseccionando sus canciones, era posible encontrar claras influencias de bandas como Fugazi (el groove Funky, la ajustada interacción instrumental, las variaciones dinámicas, ciertos riffs con ese staccato tan particular patentado por Ian MacKaye en temas como “Waiting room”, los crudos y sentidos juegos a dos voces), Rites Of Spring (la emoción desbordada, las desgarradoras melodías de guitarra, un tono de voz rasposo bastante similar al de Guy Picciotto en esa época), Ignition (las estructuras más directas, la sensibilidad melódica, las letras que conjugaban lo político y lo emocional como parte de una misma cosa), Dag Nasty (las ocasionales aceleradas Hardcore, los pasionales estribillos para corear a viva voz), Embrace (esas geniales líneas de bajo y esas guitarras crudas y delicadas al mismo tiempo) o el primer Jawbox (esa espesa ensoñación y la imaginación inagotable de la guitarra de J. Robbins), por sólo citar algunas. El punto es que Fuel se las arreglaba para agrupar esas referencias de forma absolutamente personal y creativa, y lo hacía con una intensidad capaz de convencer al más escéptico. Con canciones certeras y gancheras, instrumentaciones pletóricas de inventiva y arreglos interesantes, y una urgencia que se imponía tanto en el alma como en el cuerpo, elevándonos en frenéticas danzas de liberación y disgusto. Si bien en lo formal es más práctico utilizar términos como Post-Hardcore o Emo, en esencia esto mantiene la pasión visceral, el empuje vigoroso y el espíritu revolucionario que se supone que caracteriza al mejor Hardcore. Y, claro, el tiempo terminó demostrando que la música de Fuel resultaría ser tremendamente influyente para nombres importantes como Hot Water Music, Black Cross, Jawbreaker (hay aquí un fallido intento de versionar su “Shield your eyes”, que termina siendo un híbrido entre la parte instrumental de ese tema y las voces de “Why can’t you see” de Fuel), Small Brown Bike o Kerosene 454, entre otros. “Monuments to excess” compila la discografía completa del cuarteto, incluyendo esos diez monumentos a la perfección (sí, soy un vivo bárbaro) que integraban su debut homónimo de 1990, el ep “Take effect” (del mismo año) y temas pertenecientes a diversos splits y compilados. Tras su disolución, sus músicos formaron parte de grupos sumamente recomendables como Navio Forge, Torches To Rome, Bread And Circuits, Monsula, Baader Brains y Please Inform The Captain This Is A Hijack, todos ellos continuando, de una forma u otra, con el legado musical planteado inicialmente por Fuel. Un documento imprescindible para todo aquel que aprecie la visceralidad del Hardcore y el Punk expuesta con gran calidad musical, ideas claras y emociones a flor de piel.
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