Por Fernando Suarez.
-Counterblast “Nothingness” (2011)
El nombre Counterblast le calza como anillo al dedo a estos suecos. No sólo porque hagan música lenta, sino porque la comenzaron a hacer luego de años de moverse a una velocidad opuesta (sus integrantes formaban parte de G-Anx, pioneros del Grindcore de esas nórdicas tierras), casi como siguiendo la estela de Justin Broadrick al abandonar Napalm Death y abocarse al denso mazazo de Godflesh o la de Neurosis al pasar del crudo Hardcore/Crust al estilo que los caracteriza. Por supuesto, las menciones no son gratuitas, en especial la del combo liderado por Steve Von Till y Scott Kelly, una influencia insoslayable dentro del sonido de Counterblast. Ojo, antes de que empiecen a bostezar imaginando otro aburrido despliegue de Post-Metal genérico, tengan en cuenta que hablamos aquí de un grupo que lleva casi veinte años de carrera (aunque con alguna que otra pausa importante en el medio), con lo que no se los puede tildar de meros arrivistas y, ciertamente, demuestran un profundo conocimiento del terreno en el que se mueven. Digamos que el sonido del quinteto evita notablemente los flirteos con el Post-Rock y se planta del lado Neurosiesco que va entre “Souls at zero” y “Through silver in blood”, es decir el más corrosivo, gris y apocalíptico. Por otro lado, y como buenos alumnos, han estudiado también las enseñanzas de Amebix, lo cual les confiere una cierta crudeza nada despreciable. De todas formas, tampoco se trata de una mera copia del viejo Neurosis adornado con un sonido mugriento y Crusty. Cuando menos lo esperamos, aparecen guitarras acústicas, teclados y arreglos corales de tono entre espacial (se nota que también comparten un gusto por Hawkwind) y Progresivo que aportan algo de aire para respirar dentro de tan espesa y envolvente faena. Por supuesto, después tenemos esos riffs monolíticos, esos ritmos entre dumbetas y tribales, esos gruñidos de bestia herida que se entrecruzan como buscando elevarse hasta sacudir al sol, esos samples que rellenan cada mínimo espacio sonoro, esas subidas y bajadas de intensidad, y toda esa impronta entre oscura, emocional, lisérgica y profundamente espiritual tomada directamente de ya saben qué banda. No es una oda a la originalidad este “Nothingness” pero, en una época de clones sin alma, un disco Neurosiesco hecho con energía, ideas propias y algo de ese inmortal fuego interno no es una oferta como para andar despreciando.
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