Por Fernando Suarez.
-Bastards “An end in and of itself” (2011)
El tema “Bong rips” abre este álbum debut de Bastards con veintitrés segundos de caos violento que, extrañamente, no necesita levantar velocidad para transmitir dicha sensación. Luego llegarán los blast-beats pero, aún así, estos veinte temas apiñados en poco más de veinticuatro minutos nos deparan un agitado y sorprendente viaje del más original Grindcore que haya escuchado en los últimos tiempos. A diferencia de tantos otros destacados exponentes que el sello Grindcore Karaoke nos ha presentado desde su incepción, a comienzos del corriente año, la propuesta de este quinteto no viene por el lado del Cybergrind o el Powerviolence y, ciertamente, no se basa en el costado más humorístico o putrefacto del Grind. Imaginen, más bien, algo así como tomar la afilada precisión y el corazón Hardcore de Nasum y pasarlos por un filtro de demencia nerd a la Discordance Axis y cierta oscuridad emocional a la Pig Destroyer. Aún así, se trata de una descripción aproximada, les puedo asegurar que el resultado final exuda personalidad propia por los cuatro costados. Veamos, tenemos una base rítmica ajustadísima, que golpea con toda la rabia del mundo pero se permite jugar con numerosas variantes rítmicas, manejando un inteligentísimo sentido de la dinámica y la tensión no muy común en el género. Luego, tenemos un vocalista que se hace eco de dicha versatilidad y expresa sus más sórdidas elucubraciones a través de una vasta gama de gruñidos y alaridos, logrando contagiar esa descarga de agresión con una intensidad apabullante. Como broche de oro, y guiando los sinuosos recorridos de las composiciones, tenemos unas guitarras que pintan negras estructuras distorsionadas plagadas de detalles interesantísimos, exhibiendo una imaginación superlativa y jugando con disonancias, texturas, melodías (sí, leyeron bien), contrapuntos, riffs intrincados, otros de sabor más Hardcore, algunas letanías de tono Sludge, extravagantes arreglos rítmicos y armónicos, y todo ello sin perder nunca de vista el tenso hilo de extrema virulencia que caracteriza al mejor Grindcore. Y es que, en ningún momento, la cosa suena a pastiche incoherente o mero divertimento juvenil. Por el contrario, la contundencia, la intensidad y la solidez que expone esta gente es inédita para un grupo tan joven y, especialmente, para un debut discográfico. El mejor disco de Grindcore en lo que va del año.
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