Por Fernando Suarez.
-Quixote “Protests of the weak” (2000)
Jihad fue una más que interesante banda de mediados de los noventas que logró cierta notoriedad (en círculos subterráneos, desde ya) con un sonido oscuro y emotivo de Hardcore metalizado que, hablando mal y pronto, podríamos definir casi como una versión Screamo (en su acepción más caótica y violenta, claro está) de Earth Crisis con un cierto toque de suciedad Crust a la His Hero Is Gone. Tras su disolución (en 1995), el bajista Joel Wick formó un trío bautizado como Quixote, con el que editó (a través de su propio sello, Makoto Recordings) dos discos, un ep y un split en el espacio de cinco años. “Protests of the weak” fue la despedida del grupo y no podrían haberlo hecho en una nota más alta. Ah, sí, olvídense de cualquier parecido con su banda previa porque esta es una historia completamente distinta. Ok, todavía latía un pasional corazón Hardcore en esos pechos pero el resultado final de estas punzantes nueve composiciones ciertamente tenía poco que ver con riffs pesados, ritmos mosheros y alaridos violentos. Sí, adivinaron, estoy hablando de Post-Hardcore una vez más. Pero nada de copias genéricas ni meras repeticiones de esquemas sin ideas propias. Digamos que Quixote aprendió a la perfección tanto las lecciones melódicas de Quicksand como las intrincadas geometrías del Math-Rock y los aspectos más Progresivos (por así llamarlos) de Shellac y el Fugazi post-“Red medicine”, y decidió conjugar esas enseñanzas en canciones tan inteligentes como musculares y emotivas, manteniendo un perfecto balance entre esos elementos. Por momentos las canciones golpean duro en el estómago, con grooves trabados, disonantes riffs angulares y voces crudas y declamativas, en otros dibujan hermosas melodías que se clavan en el corazón arropadas, alternativamente, por intrincadas capas de distorsión o delicadas y limpias armonías, y empujadas por una sensibilidad frágil y sincera, luego se extienden en extensos pasajes instrumentales plagados de detalles y arreglos de una profundidad musical arrebatadora, con un cuidadísimo manejo dinámico, siempre manteniendo la impronta de trío potente y rockero, con un sonido ajustadísimo y claro pero nunca artificial y un instinto compositivo elevado y certero al mismo tiempo. El gran Bob Mould dijo alguna vez que el Rock de los noventas estaba definido por tres elementos fundamentales: ruido, melodía e inteligencia. En ese sentido, “Protests of the weak” logra el tan deseado equilibrio entre dichos factores, aún cuando viera la luz a un soplo del final de aquella década.
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