Por Fernando Suarez.
-Oikos “Ecotono” (2011)
David San Martin y Rafael Femiano son los dos arquitectos sónicos que dan vida a esta criatura casi espectral conocida como Oikos. Su lugar de residencia es Madrid pero bien podrían ser las profundidades más cavernosas e inaccesibles de la psiquis humana. Es que, con su arsenal de guitarras procesadas y tratamientos electrónicos, el dúo nos sumerge en agobiantes viajes de descubrimiento y reflexión, hipnóticas letanías que se enroscan como serpientes en la mente, reptando lenta y pesadamente (podemos sentir su viscosa piel sobre nuestra propia carne), colocando huevos de inquietud y angustia. Esas cuerdas que resuenan como truenos lejanos, esos graves que generan temblores en el estómago pueden hacernos pensar en la palabra Drone y, ciertamente, algo de eso hay aquí. Por otro lado, esos evocadores arpegios empapados de delay, esas melodías tenues que se entrecruzan y, de forma parsimoniosa pero certera, van dibujando perfectas pinturas de soledad urbana, no estarían fuera de lugar en lo que comúnmente se conoce como Post-Rock. Y, aún así, ¿en qué categoría o género específico pueden colocarse estos siseos electrónicos, estas texturas de formas irreales y espeso contenido, ese sutil (casi subliminal) pulso rítmico, esa sinuosa movilidad dinámica, esos sólidos bloques armónicos que parecen respirar con vida propia? Ok, podemos sumar palabritas como Ambient, Glitch, Minimalismo, Industrial, Música Concreta y vaya uno a saber qué otras barbaridades pero, en última instancia, eso no nos dice nada sobre la fluidez orgánica y el efecto envolvente de estas composiciones. No nos habla de nuestras propias emociones como si lo hace el caudal melódico de estas siete piezas. Y es que, debajo de la intrincada maraña de experimentación sonora, lo que tenemos es un corazón (o dos) que late con dolor y una mente (o dos) agobiada por el peso de sus propias reflexiones. En fin, ni hace falta que aclare que no estamos hablando de material para animar ninguna fiesta ni de canciones para cantar en la ducha (quisiera verlos haciendo la prueba), esto es música que demanda extrema concentración y oídos afilados y despojados de prejuicios. El viaje puede resultar opresivo y doloroso por momentos pero les aseguro que vale la pena experimentarlo.
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