Por Fernando Suarez.
-The Men “Leave home” (2011)
Sin ser un dechado de originalidad, The Men se las arregla para poner su impronta personal y destacarse dentro de las numerosas agrupaciones que se dedican en la actualidad a rescatar el viejo y querido Noise-Rock de fines de los ochentas y principios de los noventas. El punto principal es que estos neoyorquinos, en lugar de repetir una fórmula estricta, toman influencias variadas y entienden al género como la posibilidad de hacer un Rock potente y crudo pero libre de limitaciones sonoras, casi retomando la inocencia del descubrimiento de nuevos ruidos y estructuras antes que emulando y siguiendo al pie de la letra los manuales escritos por sus referentes. Por supuesto, las influencias están ahí y es imposible no escuchar algo del Sonic Youth más abrasivo, ciertas excentricidades a la Mission Of Burma, un pulso nervioso y violento que remite a un Big Black más orgánico, ataques sensoriales afines a los primeros Butthole Surfers, pasajes de asfixiante densidad que pondrían orgullosos a un joven Michael Gira (de Swans, claro), ocasionales percusiones metálicas a la Pussy Galore, voces dementes y desesperadas (casi como un David Yow con una cuota extra de agresión), algo del minimalismo hipnótico de The Fall, y hasta flirteos melódicos ahogados en espesas capas de feedback a la manera de los mejores My Bloody Valentine o The Jesus And Mary Chain pero despojados de cualquier atisbo de languidez. Todo ello aumentado con un sonido masivo, envolvente y sumamente corrosivo, con una batería que golpea durísimo en la boca del estómago, un bajo que gruñe y retumba en putrefactas erupciones sónicas, unas guitarras que rellenan cada mínimo resquicio sonoro a pura saturación entre riffs carniceros, solos desquiciados, arreglos intrincados e impenetrables estratos de puro ruido, y una voz que se retuerce en enfermizas elucubraciones que van desde gancheras melodías a los más rabiosos alaridos. Claro, el núcleo de todo esto sigue siendo el más salvaje y urgente Punk-Rock y, más allá de la versatilidad y los rebusques experimentales de las canciones, es esa energía primaria y frenética la que prima aquí. Y esa energía es también la que ayuda a que las numerosas influencias del grupo se vean condensadas en un resultado final sumamente personal e intenso. Ah, y encima homenajean a mi disco preferido de Ramones con el título de esta segunda placa, con lo cual ya me tenían comprado de entrada.
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