Por Fernando Suarez.
-Khann “Erode” (2011)
“Tofutopia”, el disco debut de Khann editado en 2007, había resultado una sorprendente y excitante combinación de vértigo Grindcore, demencia Math/Noisecore, densidad Sludge y hasta cierta sensibilidad Screamo, desplegada en diecinueve estallidos musicales que demostraban que todavía había tela para cortar en términos de Metal y Hardcore extremo. Cuatro años y algunos cambios de formación después, llega este “Erode” para probar que estos floridanos no están dispuestos a tomar prisioneros. Sin salirse del sonido expuesto en aquel debut, es imposible no notar ciertas diferencias. En primer lugar, ahora tenemos menos canciones (nueve, en este caso) y de mayor duración, algo que resta en histeria pero suma en lo que hace a solidez e ideas desarrolladas con mayor atención. Por supuesto, la cosa sigue siendo compleja y caótica, las estructuras va y vienen en abruptos cambios de ritmo, climas variados y dinámicas enfermizas, la base rítmica se dispara hacia todas las direcciones con potencia inhumana y un frenético despliegue de golpes que pondrían verde de envidia al más avezado aspirante a Neil Peart, las guitarras se expanden en intrincados entramados de riffs angulares, contrapuntos, armonías, texturas, arreglos, disonancias y extrañas progresiones de acordes, jugando con diferentes niveles de intensidad con una soltura envidiable y un virtuosismo siempre puesto al servicio de patear encías, y hasta las voces se han permitido adquirir una inédita versatilidad y bajar la pudrición sin por ello resignar el nervio frenético de siempre. El resultado final sigue siendo tan intenso y musicalmente imaginativo como difícil de encasillar. En sus pasajes más épicos pueden sonar como una improbable cruza entre el Mastodon de “Remission” y los momentos más histéricos de These Arms Are Snakes, luego puede aparecer algo así como un Dillinger Escape Plan versionando a Fugazi con Tony Iommi de guitarrista invitado, más adelante asoma cierta mugrienta oscuridad a la Trap Them pero revestida de arreglos que no desentonarían en el Converge más volado o un Robert Fripp de anfetaminas zapando con la base rítmica de Unsane, y así podríamos seguir tratando de descifrar esto con referencias que, en definitiva, nos dicen que estamos en presencia de material sumamente personal y de una inestimable riqueza musical. Ideal para taparle la boca a los que creen que ya no hay bandas jóvenes con talento e ideas propias.
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