Por Fernando Suarez.
-Ed Gein “Bad luck” (2011)
Mala suerte, en efecto. Seis años tuvieron que pasar desde aquella aplanadora que fuera “Judas goats and dieseleaters” (sucesora de otra aplanadora conocida como “It's a shame that a family can be torn apart by something as simple as a pack of wild dogs” y editada en 2003) para que nuestros oídos pudieran recibir otra buena paliza por parte de estos nerviosos neoyorquinos que toman su nombre de uno de los asesinos seriales más tristemente célebres de la historia norteamericana. Pero basta de quejas, lo que aquí tenemos son once nuevos estallidos de pura furia desquiciada, con esa particular cruza de Grind, Mathcore, Crust y hasta cierto lejano gustito Sludge que el trío tan bien maneja, condensados en poco más de veintidós minutos y capaces de enervar al monje Zen más centrado. Sí, dije trío aunque esto suene como una estampida de mamuts merqueados avanzando a toda velocidad y arrasando con todo a su paso. Y es que una de las mayores virtudes de Ed Gein es esa capacidad para construir canciones bien extremas y frenéticas, donde la depurada técnica instrumental (presten atención a esos riffs asesinos y a los golpes maniáticos de la batería) y la más retorcida inventiva conviven sin problemas con una energía física urgente, una entrega rabiosa y salvaje que expone un inquebrantable corazón Hardcore. En ese aspecto, se nota, especialmente en las voces (pero también en ciertos riffs y estructuras rítmicas), un mayor acercamiento al Core, dejando un tanto de lado los alaridos más podridos y aportando un cierto saborcito (nada despreciable, por cierto) a Pig Destroyer o lo hecho por Drugs Of Faith en su genial “Corroded”. De todas formas, no es que hayan perdido su impronta personal, esa potencia viciosa y desquiciada que hace hervir la sangre, esos martillazos rítmicos que trituran los huesos, esa angularidad casi oculta que perturba las neuronas, ese sonido áspero y claro al mismo tiempo. Es más, me atrevo a decir que “Bad luck” termina por exponer un nuevo estadío en la identidad del grupo, sin perder las virtudes de antaño pero dándoles una nueva (y siempre brutal) forma. Lo único que me faltó es la tradición que venían cumpliendo de meter un cover oculto de Nirvana al final del disco pero, bueno, ante semejante patada en los dientes se los dejo pasar.
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