Por Fernando Suarez.
-Dark Castle “Surrender to all life beyond form” (2011)
El anterior “Spirited migration” (2009) ya había perfilado a Dark Castle como una de las propuestas más personales e interesantes del Doom/Sludge actual, adornando su oscura densidad riffera con diversos elementos (Post-Rock, Psicodelia, Black Metal, Rock Progresivo, Noise) que, si bien no son del todo ajenos al género, estaban manejados con maestría y un afiladísimo instinto compositivo. “Surrender to all life beyond form” no hace más que profundizar ese camino, colocando inmediatamente a este dúo (sí, son sólo dos pero suenan como una legión de almas en pena con SG’s al rojo vivo) en un lugar de excepción dentro de la actualidad metálica. Ya el tema que abre y da nombre a la placa, con su envolvente atmósfera Blackmetalera forzada a través de un filtro de empantanada pesadez, nos anticipa un viaje agitado y cada una de las ocho cancines restantes no hace más que confirmar esa impresión, exponiendo una afiebrada imaginación, un aire de sorpresa constante no muy común hoy en día en los exponentes de este estilo. Tenemos pasajes acústicos de misteriosa introspección, retorcidas elucubraciones con cierto aire al Today Is The Day más oscuro, climas entre hipnóticos y corrosivos ideales para aleccionar a tanto pelele intentando replicar (sin demasiado éxito) las enseñanzas de Godflesh y los primeros Swans, melodías casi etéreas pero mancilladas por una profunda oscuridad, riffs que expanden las enseñanzas Sabbáthicas a nuevas y torturadas planicies de inventiva armónica, ritmos sólidos pero manejados con un refrescante sentido de la dinámica, voces agónicas y viscerales que, no obstante, le escapan a la monotonía sin necesidad de meterse en experimentos poco elegantes, inesperadas variantes sonoras (pianos, rasposos teclados, voces a capella), y un trabajo compositivo global que balancea sin problemas sus ansias experimentales con un marcado respeto por el gancho y la intensidad. Y todo ello sin perder nunca la impronta espesa y opresiva que el género requiere, inclusive mostrando todo ese caudal creativo en composiciones más compactas y certeras. Claro, el punto que Dark Castle parece comprender a la perfección (y que tantos otros ignoran) es que no basta con tener un par de buenos riffs para hacer una buena canción, que el eclecticismo sin objetivos claros es pura masturbación y que simplemente repetir lo que otros ya hicieron antes (y mejor) puede ser entretenido pero, en última instancia, no aporta demasiado. ¿Será este “The shape of Sludge to come”? Escúchenlo y saquen sus propias conclusiones.
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