Por Fernando Suarez.
-Better Than A Thousand “Just one” (1997)
Better Than A Thousand o cómo un proyecto paralelo, casi una excusa para que un grupo de amigotes revisiten los buenos viejos tiempos, se transformó en un clásico indiscutido del Hardcore de los noventas. Ok, la historia comienza con Graham Land (miembro de Battery, Shelter y Worlds Collide, luego en Face The Enemy) y Ken Olden (integrante de esos mismos grupos y de Damnation A.D., entre tantos otros) componiendo canciones que intentaban recuperar el espíritu del Youth Crew de los ochentas, con sus ritmos acelerados, sus estribillos coreables y toda su impronta positiva y, claro, juvenil pero, al mismo tiempo, con la madurez y la musicalidad más desarrollada que les aportaban sus años de experiencia dentro del Hardcore. Luego se sumaría el guitarrista Jeff Neumann (de In My Eyes, otra banda muy importante en el renacimiento del mencionado sonido) y, como para poner un broche de oro y cerrar el círculo de forma perfecta, el encargado de poner la voz sería ni más ni menos que Ray Cappo, líder de los legendarios Youth Of Today (quienes prácticamente inventaron eso del Youth Crew) y, luego de su conversión al Hare-Krishna, de los melódicos Shelter. Con la formación en su lugar, el cuarteto montó un estudio casero y, en un rapto de inspiración, lo que crearon fue esta obra maestra del Hardcore conocida como “Just one”. Doce temas, poco más de veinticuatro minutos y un desparramo de excitación y adrenalina sin respiros, que rejuvenece el espíritu y nos invita a una frenética comunión de puños en alto y pechos inflados capaz de recargar las pilas anímicas hasta en los momentos más oscuros del alma. Pero, claro, la cosa no se quedaba en un mero revival de modismos del pasado. Aquí tenemos un sonido claro y potente (a pesar de las limitaciones técnicas de la grabación, lo que prueba que no hacen falta grandes presupuestos para lograr resultados de primer nivel), interpretaciones ajustadísimas y canciones donde la pasión desbocada del género era embellecida y aumentada con importantes cuotas de melodía y una naturalidad contagiosa y visceral, alejada de cualquier atisbo de rigidez o pose superficial. La base rítmica invitaba a un constante movimiento, golpeando con toda la fuerza pero controlando con maestría las dinámicas compositivas, la voz de Cappo recuperaba algo de su tono gritón de Youth Of Today pero sumaba la emotividad, la claridad y la belleza espiritual de sus años en Shelter, y la guitarra se despachaba con una labor excepcional, con la energía y la imaginación al rojo vivo, respetando las tradiciones del Hardcore al tiempo que las enriquecía con riffs y arreglos de una riqueza armónica inédita, anticipando bastante de lo que bandas como Killing The Dream, Count Me Out, Have Heart, FC Five o nuestros Reconcile desarrollarían en la década siguiente. En 1998 vería la luz “Value driven”, un más que digno sucesor (y totalmente recomendado para cualquier amante del buen Hardcore que se precie de tal) que inclusive proponía mayores variantes rítmicas y mantenía bien arriba el standard compositivo. Poco tiempo después, Cappo abandonaría definitivamente la escena Straight Edge y Better Than A Thousand terminaría su corta vida en silencio, dejando como legado esos dos trabajos (más algún ep y temas sueltos en un par de compilados) que sirvieron para revitalizar una forma de Hardcore que parecía incapaz de escapar a sus propias trampas estilísticas y, de paso, nos entregaron una colección de canciones redondas y movilizadoras, que se sostienen frente al paso del tiempo con un vigor y una frescura inclaudicables. Y si eso no es motivo suficiente para colocarlos en el podio de la historia del Hardcore, no sé qué lo sea.
1 invocaciones del cosmos:
clasico, que buenos recuerdos de pendejo
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