Por Fernando Suarez.
-Zann “Earsick: More adventures with Zann” (2011)
No, les juro que nosotros no tenemos nada que ver con esto. Simplemente, y por esas casualidades de la vida, resulta que estos alemanes también han tomado inspiración de aquel misterioso violinista ideado por la febril imaginación de H.P. Lovecraft, a la hora de bautizarse. Una vez aclarado este detalle, podemos meternos de cabeza al frenético torbellino que es la música de Zann. “Earsick” es un ep que compila temas pertenecientes a los splits que compartieran con Burial Year, Ghostlimb, Trainwreck y Perth Express en 2008, así como los tracks de “X”, el single que editaran el año pasado en vinilo. Esas asociaciones musicales (en especial, aquella con sus compatriotas Trainwreck y Perth Express) pueden servir como indicador de por dónde vienen los tantos aquí. Si no, estamos hablando de un virulento corazón Hardcore que se expande hasta incorporar diversos elementos de sub-géneros como el Screamo, el Noisecore, el Sludge, el Crust e inclusive el Mathcore, condensando diversas influencias (podemos mencionar referencias como Converge, Unbroken, His Hero Is Gone, Majority Rule o Shikari, como para que se hagan una idea) en un sonido sumamente personal e intenso. Tenemos un vocalista que aúlla y gruñe como si la vida se le fuera en ello, tenemos una base rítmica ajustada y caótica al mismo tiempo, capaz de moverse sin problemas entre diferentes nociones de dinámica, tensión y agresión, tenemos unas guitarras en llamas que estallan entre mugrientos machaques, punzantes disonancias (acoples y feedback incluidos), envolventes texturas y cuidadas armonías que aportan un fuerte aire de oscura y desgarrada emotividad, y tenemos canciones que utilizan todos esos elementos para expresar rabia, introspección, asfixia y frustración con una energía inapelable, una espontaneidad visceral que se complementa a la perfección con el inteligente armado musical. Claro, con más de diez años de carrera sobre sus espaldas, estos tipos ya tienen bien en claro cómo lograr sus objetivos y lo hacen sin exhibir ningún tipo de cansancio o achanchamiento, entregándose en cuerpo y alma a cada acorde, cada riff, cada grito, cada golpe de batería. En fin, mientras esperamos que se dignen a entregarnos una continuación en regla de aquel genial “Three years in the desert” (su único larga duración propiamente dicho, editado en 2006), he aquí un más que delicioso aperitivo. Y es que, con semejante nombre, esta banda no puede fallar.
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