Por Fernando Suarez.
-Tera Melos “Echo on the hills of Knebworth” (2011)
Hace poco habíamos hablado del ep “Zoo weather” editado por estos simpáticos californianos. El material de aquel se remontaba a la época de grabación de su anterior larga duración, “Patagonian rats”, lanzado en 2010. Bien, lo que aquí tenemos ahora es más delirio extraído de aquellas mismas sesiones. Básicamente, “Echo on the hills of Knebworth” es una improvisación de poco más de cincuenta minutos de duración registrada íntegramente en vivo en el estudio, en la cual los integrantes de Tera Melos siguen demostrando no sólo su inmenso talento, sino también su desquiciada falta de prejuicios y una comunicación musical casi telepática. Ellos mismos definen este trabajo como un “borrón concentrado” y, ciertamente, se trata de un viaje más bien ríspido, frenético, caótico pero, al mismo tiempo, controlado. Como es de esperar, dada la naturaleza de este disco, aquí el trío deja un tanto de lado la precisión Math-Rockera habitual en pos de un desarrollo más ruidoso, con bajo, guitarra y elementos electrónicos trenzándose en rabiosas batallas de disonancias, acoples y chirridos varios, todo sostenido por una batería que prácticamente no detiene ni por un segundo su afiebrado despliegue de golpes hiperquinéticos. Aún así, es notable como se hacen lugar algunas que otras melodías reconocibles y ciertos deformes juegos armónicos que, en más de una ocasión, me recuerdan a los taladrantes mantras de los legendarios Arab On Radar o a una especie de Melt Banana dirigido por John Zorn en un día muy agitado. Es más, el grado de justeza de las interpretaciones (aún cuando se trate de interpretaciones ruidosas, algo que diferencia a aquellos que hacen las cosas a consciencia de los que simplemente caen en el Noise porque son incapaces de hacer otra cosa), la complejidad de los arreglos, la sutil fluidez dinámica con la que se mueve todo el asunto y la energía que nunca decae me hacen pensar que, si no tuviéramos de antemano el dato de que se trata de una improvisación, no habría motivos para inferir tal cosa. Y es que estos tipos cuentan con la rara cualidad de aportarle unas cuotas no muy habituales de frescura y desfachatez a las más sesudas elucubraciones vanguardistas rockeras, dando a la luz piezas musicales donde el oyente puede divertirse tanto como los músicos mismos. De la misma forma, la mejor manera de disfrutar esta música es despojados de preconceptos y con los oídos preparados para nuevas y excitantes aventuras.
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