Por Fernando Suarez.
-A Storm Of Light “As the valley of death becomes us, our silver memories fade” (2011)
“Forgive us our trespasses”, el disco anterior de A Storm Of Light, ya mostraba al grupo tratando de alejarse de la, a esta altura, insoportable copia Neurosiesca que tanto abunda en el Metal contemporáneo. Como para reforzar esa idea, “As the valley of death becomes us, our silver memories fade” (que vino precedido por el ep “Latitudes”, recomendable por la versión del “Kitty empire” de Big Black) llega antecedido por loas a la simpleza de grupos como AC/DC, Queens Of The Stone Age y Metallica. Por supuesto, Josh Graham (cantante, guitarrista, tecladista y líder de la banda, miembro de Neurosis y ex de Red Sparowes y Battle Of Mice) está exagerando un poco. Si bien queda claro que se trata del material más accesible y melódico del trío (ayudado por un gran plantel de colaboradores, entre los que podemos destacar a Kim Thayil de Soundgarden, Kris Force de Amber Asylum, miembros de los delirantes Sleepytime Gorilla Museum y la mismísima Jarboe), la impronta épica, las atmósferas casi cinemáticas, los grandes riffs monolíticos, los espesos juegos de texturas (guitarras distorsionadas, guitarras acústicas, guitarras con efectos, teclados, samples, coros) y los ritmos entre dumbetas y tribales siguen siendo la columna vertebral de su propuesta musical. Inclusive la voz de Graham, más allá de haber adoptado definitivamente un tono más limpio y melodioso (con cierto regusto a Torche pero sin alcanzar la tremenda calidad y el gancho emotivo de las líneas vocales de Steve Brooks), retiene una sobriedad, un gesto siempre adusto que remite inevitablemente (en espíritu ya que no en lo estrictamente formal) a los momentos menos extremos de Steve Von Till y Scott Kelly. Y, con temas que no suelen bajar de los cinco minutos de duración (y que pueden extenderse hasta pasar los diez), queda claro también que no se trata de un disco de hits inmediatos, precisamente. El punto principal parece ser la incorporación de estructuras más afines a la canción tradicional que al juego de dinámicas contrastantes del que se suele abusar en el Post-Metal pero, de todas formas, el fuerte de la banda sigue estando en el cuidado detallista con que erigen sus barrocas arquitecturas musicales, apilando capas sonoras con el buen gusto necesario como para no llegar a asfixiar nunca al oyente en un sopor eterno. Por otro lado, el departamento melódico no se encuentra tan desarrollado (insisto con las limitaciones vocales de Graham quien, por momentos, suena demasiado contenido y falto de fuego) como para justificar del todo ese approach más austero. La impresión que me queda es la de álbum de transición, de esos con buenos momentos (no hay que dejar de destacar la intención de lograr un sonido absolutamente propio y personal) pero que todavía no cristalizan del todo sus objetivos de la mejor forma posible. No me preocupo, con el talento que esta gente viene demostrando hace tiempo, es muy probable que en el próximo peguen el batacazo definitivo.
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