Por Fernando Suarez.
-Pestilence “Doctrine” (2011)
Puedo entender que “Resurrection macabre” (el disco con el que Pestilence volvió al ruedo en 2009, luego de dieciséis años de silencio discográfico) haya generado reacciones encontradas entre los seguidores de los holandeses. En primer lugar, porque este tipo de regresos no suelen ser recibidos con unanimidad de criterios y, en segundo, porque se trataba de una placa que (aún manteniendo la profusión técnica y las complejidades compositivas que caracterizan a las horas más festejadas de Patrick Mameli y compañía) proponía una impronta agresiva y brutal, bastante distante del elegante refinamiento de aquel recordado “Spheres” con el que se despidieran por primera vez en 1993. Así, llegamos a este flamante “Doctrine”, que encuentra al cuarteto reconciliándose con su costado más intrincado y cerebral, sin por ello resignar potencia o intensidad. El primer punto de atención es el sonido, un tanto más pulido y espaciado que el de su antecesor, hecho que permite apreciar con suma claridad las enroscadas arquitecturas musicales erigidas por estos auténticos virtuosos del Death Metal. Siguiendo esto, nos topamos con composiciones dominadas por ritmos irregulares y riffs que confunden y marean, adornadas por solos y acordes de sabor claramente Jazzero y una prominente labor del bajo que no teme, en ciertos pasajes, a pelearle protagonismo a las guitarras. Entrando ya en detalles un tanto más sutiles, podemos mencionar que la voz de Mameli recuperó ese tono rasposo y agónico, deudor de las enseñanzas de Chuck Schuldiner (y que ha incorporado unos punzantes falsetes que, seguramente, llamarán la atención a más de uno), y que vuelven a aparecer esos extraños arreglos de guitarra de tono casi espacial que brillaban en el mencionado “Spheres”. En fin, si “Resurrection macabre” representaba una versión más violenta del grupo, “Doctrine” es puro Pestilence (bueno, por momentos se respira un aire a Meshuggah pero, si lo piensan, es probable que los suecos hayan aprendido una o dos lecciones de Pestilence, así que el círculo cierra sin problemas), con ese preciso y certero equilibrio entre virulencia, suciedad, malabares instrumentales y visión compositiva progresiva. Imprescindible para fans de la banda y el Death técnico en general.
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