Por Fernando Suarez.
-Hate Eternal “Phoenix amongst the ashes” (2011)
Editar un disco nuevo en un año como éste, que (principalmente gracias a los trabajos de Mitochondrion y Ulcerate) nos devolvió a varios la fe en el Death Metal, es una movida arriesgada para Erik Rutan y los suyos. Por supuesto, el enano con eterna cara de orto tiene los pergaminos (no sólo me refiero a su paso por Morbid Angel, sino también a destacados trabajos de Hate Eternal como el impresionante “I, monarch” de 2005), el talento y, claro, la mala onda para bancársela frente a quién sea. Y sí, “Phoenix amongst the ashes” se puede sumar a la lista de trabajos escogidos que le dan razón de ser al género en la actualidad. No se trata sólo de la enceguecedora proficiencia técnica expuesta por el mismo Rutan y sus acompañantes, no es simplemente una cuestión de admirar con gesto de asombro los laberínticos recorridos de esos riffs y el incesante y caótico repiquetear de la base rítmica, el punto está en cómo esa perversa intelectualidad está puesta al servicio de canciones que, sin resignar ni un ápice de brutalidad, complejidad y maldad, resultan memorables y hasta gancheras. Desde ya, la batuta está claramente en las seis cuerdas, son ellas las que guían estos intrincados paseos por los recovecos más sórdidos del espíritu humano, explayándose en un trabajo de riffs (por dios, esos riffs), arreglos, solos, disonancias, melodías y texturas que dejan sin aliento, lanzando constantes estímulos a la mente y empujados por un trabajo rítmico que genera frenéticos temblores en los huesos. Pero, insisto, aquí la cosa no pasa por apilar riffs sin el más mínimo sentido ni coherencia, cada canción está pensada y elaborada con un detallismo sádico y entregada con una intensidad violenta de ribetes casi épicos. Estos diez temas (bueno, son nueve y una introducción) logran un certero equilibrio entre complejidad instrumental, agresión, gancho, experimentación y melodía del que muy pocas bandas de Death Metal se pueden jactar. Y es que, sin salirse nunca del todo de los márgenes del género, el trío logra que el resultado final escape a las convenciones y los lugares comunes, exhibiendo una imaginación desbocada y enfermiza y una potencia (ah, sí, el sonido es simplemente PERFECTO) inhumana. En fin, luego de algunos años de capa caída, el Death Metal vuelve a levantar cabeza y lo hace con discos capaces de competirle mano a mano a los grandes clásicos.
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