Por Fernando Suarez.
-Dirge “Elyisian magnetic fields” (2011)
Los franceses de Dirge no tienen nada de qué preocuparse. No es sólo el hecho de que lleven diecisiete años de carrera ininterrumpida y de que fueran de las primeras bandas en rescatar las enseñanzas de Godflesh y Neurosis, mucho antes (cuando Isis todavía no existía, por ejemplo) de que dicha práctica se volviera un cliché insostenible en el underground metálico. Pero, en definitiva, los pergaminos y la trayectoria no significan nada si la música no está a la altura de las circunstancias. Y allí tampoco hay problemas. El quinteto se maneja dentro de las premisas esperables del estilo, con sus tempos aletargados, sus climas introspectivos que estallan en monolíticas erupciones de distorsión, sus riffs expansivos y carnosos, sus envolventes juego de texturas, sus samples y pasajes ambientales, sus graves que hacen temblar la tierra, sus elaboraciones de tono casi Progresivo, sus voces que gruñen bestialmente, como reclamándole algo muy importante a ese sol que nunca se pone. El punto es que los tipos no suenan en ningún momento a mera copia o derivación de sus influencias, en parte gracias a la profunda inventiva musical que exponen (el trabajo de guitarras, teclados y samples es de un detallismo y una riqueza que roza lo sinfónico, sin por ello resignar potencia ni mugre) pero también a una intensidad visceral, una entrega sanguínea y concentrada que demuestra que su fuego interno (tan necesario para lograr buenos resultados en estos terrenos Neurosiescos) arde con todas las fuerzas. Las composiciones son más bien extensas, claro, llenas de juegos dinámicos de tensión y liberación pero construidas con un equilibrio casi perfecto entre inteligencia y catarsis pura, y manteniendo siempre un hilo conductor atrapante e intenso. A pesar de no renegar de la melodía (hasta hay pasajes cantados), “Elysian magnetic fields” no cae en modismos Post-Rockeros, sino que parece más bien enfocado en explorar variantes más afines al Neurosis de mediados de los noventas (“Enemy of the sun” y “Through silver in blood” serían las referencias obligadas), pero sumando al corrosivo entramado sónico una sensibilidad y una elegancia únicas. Se extrañaba un disco de este estilo con semejante nivel en estos últimos tiempos de clones sosos y despersonalizados.
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