Por Fernando Suarez.
-Cave In “White silence” (2011)
Ah, ¿qué más se puede decir de Cave In que, a esta altura, no haya sido dicho? ¿Qué son una de las bandas definitivas del Metal de las últimas décadas? ¿Qué fueron adelantados tanto en concebir el Mathcore como en eso de combinar pesadez, melodía, vuelo espacial e inteligencia? ¿Qué cada disco que editan suele ser un profundo viaje musical plagado de sorpresas y creatividad ilimitada? ¿Qué hasta sus numerosos proyectos paralelos y colaboraciones cuentan casi siempre con un nivel altísimo? ¿Qué su apetito creativo (y sus habilidades para llevarlo a la práctica) parece ser inagotable y aún así siempre mantienen esa impronta de urgencia emocional enraizada en el Hardcore? Bueno, todo eso ya lo sabíamos y “White silence” viene a confirmárnoslo una vez más. Si “Perfect pitch black” (2005) y el ep “Planets of old” (2009) ya nos mostraban un endurecimiento con respecto a los años más melódicos del cuarteto, nada nos preparó para estas dos patadas iniciales que son el tema que da título a la placa y “Serpents”, ambos guiados por los monstruosos gruñidos del bajista Caleb Scofield, sostenidos por ritmos afiebrados y arropados por guitarras que logran esa improbable síntesis entre gordura metálica, rabia Hardcore y complejas texturas y armonías paradas en algún lugar entre el Shoegaze y el Space-Rock. Pero, claro, quedarse en un sólo rincón musical no es propio de estos bostonianos, así que, a medida que avanza el disco, nos iremos encontrando con numerosas variantes que, de todas formas, son manejadas siempre con su inconfundible identidad. Tenemos los envolventes ocho minutos y pico de “Sing my loves” (que pasa de la densidad monolítica a la emotividad melódica y de allí a la espesura cósmica con una naturalidad pasmosa), la topadora de ritmos frenéticos, vigorosos alaridos, riffs enormes y arreglos volados que es “Vicious circles”, esa suerte de reinterpretación del Faith No More más agresivo (la alternancia de voces limpias y podridas y los juegos entre riffs arrasadores y arreglos psicodélicos es, sencillamente, increíble) en clave de Sludge/Hardcore ruidoso que se hace presente en “Centered”, el suntuoso melodicismo (con cierto aire vocal a John Lennon) cubierto por gruesas capas de distorsión y texturas varias y enardecido por una batería rabiosa de “Summit fever”, la dinámica casi épica (que va de la calma acústica y soñadora atravesada por arreglos electrónicos a subidas de intensidad que nunca pierden el hilo melódico, casi como unos Beach Boys con dosis extra de ácido y ocasional suciedad) de “Heartbreaks, earthquakes”, esa especie de Rock sureño emotivo, rasposo y lisérgico de “Iron decibels” y ese final romántico y conmovedor que es la preciosa “Reanimation”. En fin, podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que estamos en presencia del trabajo más variado e intrincado de Cave In, aunque aquí la complejidad no pasa por apilar muchas notas en pocos segundos, sino por un trabajo compositivo de elaboración quirúrgica y absoluta libertad creativa, de un cuidado detallista en lo que hace a orquestación y arreglos y una energía urgente y pasional en lo que hace a interpretación. Más de quince años y Cave In sigue probando por qué el Rock pesado en general de los últimos tiempos sería un lugar muy pobre sin ellos. Imprescindible por dónde se lo mire.
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