Por Fernando Suarez.
-Boris “Attention please” / “Heavy rocks” (2011)
Parafraseando al siempre polémico (y gracioso, para qué negarlo) Ricardo Iorio, Boris puede hacer lo qué carajo quiera. Deben ser el único (o uno de los pocos) grupo de Rock actual que se puede dar el lujo de editar cuatro discos (cuento también la colaboración con Merzbow) en un sólo año y en todos ellos mantener un nivel alto, poniendo siempre al frente su inagotable apetito creativo y, aún así, reteniendo su inconfundible identidad musical. Empezando de atrás hacia adelante, tenemos a “Heavy rocks” que, desde el título y el arte de tapa (igualitos al de aquel de 2002, con la excepción del color violeta en lugar del naranja), ya anticipa un retorno a los terrenos más rifferos y pesados del trío, luego de aquella maravilla Pop que fuera “New album”. Pero, claro, la idea de repetir esquemas o ideas al pie de la letra no existe en el universo de Boris, así que tampoco se pongan tan cómodos. Sí, aquí mandan las guitarras distorsionadas hasta el borde de la saturación, el contundente y groovero pulso rítmico y el empuje netamente Rockero pero, detrás de todo eso, todavía encontramos lugar para incursiones electrónicas, aceleradas Crustys, espesos trabajos de texturas y arreglos, delicadas melodías vocales (parecen capitalizar de forma cada vez más efectiva los avances que vienen logrando en este terreno) y ese aire demente e impredecible, esa capacidad para dispararse hacia cualquier dirección (Shoegaze, Stoner, Rock N’ Roll, Sludge, Noise, Post-Rock, Pop, Hardcore, Drone, Thrash y siguen las firmas) sin que ello corte el hilo narrativo de las canciones. En última instancia, más allá de las autoreferencias, los músicos invitados (aquí tenemos a gente como Ian Astbury, Faith Coloccia y Aaron Turner, entre otros) y las intenciones, en palabras de los propios músicos, de “redefinir la música pesada”, este segundo “Heavy rocks” es una más que digna continuación de los caminos explorados en placas como “Pink” y “Smile” (en especial en lo que hace a combinar distorsión, pesadez, melodía y experimentación) y, al mismo tiempo, una buena demostración de que Boris se sostiene no sólo por sus riffs enormes, sus delirios sónicos y sus envolventes cascadas de ruido, sino porque saben cómo componer buenas canciones, ni más ni menos. Y, si hablamos de buenas canciones, aquí tenemos a “Attention please”, el álbum donde la guitarrista Wata se hace cargo de la totalidad de las voces, con resultados estelares. Bien, aquí se pueden olvidar de los riffs atronadores, las bases monolíticas y las toneladas de feedback. “Attention please” profundiza la veta netamente melódica y Popera de “New album”, sumándole un trabajo de orquestación y una sensibilidad casi etérea que no hubiera desentonado en el mejor Shoegaze de los noventas. Cuando hablo de orquestación me refiero a capas y capas de guitarras (distorsionadas la mayor parte del tiempo) y teclados varios generando complejas arquitecturas armónicas sobre las que Wata desgrana líneas vocales de una dulzura conmovedora, casi inocente. Claro, algunos podrán argumentar que se trata, simplemente, de una versión ensuciada de “New album” pero, si bien algo de eso hay, el resultado final es mucho más cohesivo y certero. Hasta me atrevo a decir que se trata del trabajo más convencional que Boris haya concebido en su vasta e inquieta carrera. De todas formas, no teman, lo que es convencional para estos nipones sigue siendo incomprensible para la mayoría de la humanidad. El punto es que ni siquiera el vasto campo de experimentación sónica (desde intrincadas elucubraciones electrónicas a exploraciones guitarrísticas que pondrían verde de envidia a Thurston Moore y Lee Ranaldo) y las infinitas variantes rítmicas y dinámicas que exhiben estas diez canciones pueden esconder el hecho de que se trata de composiciones guiadas por melodías entrañables y, principalmente, accesibles. Por supuesto, los fans más obstinados podrán patalear a gusto y reclamar al viejo Boris, lo cual demostraría que nunca entendieron el núcleo de la cuestión. La intensidad y la pesadez no son cualidades que puedan ser reducidas a un mero hecho formal, a una simple fórmula sonora sin sustancia. Sin necesidad de reventar parlantes o lacerar oídos, “Attention please” se las arregla para transmitir una espesa e hipnótica sensación de pesadez emocional y perturbar la mente a fuerza de inventiva musical antes que de clichés y trucos baratos. En fin, Boris por partida doble es siempre una buena noticia y aquí tenemos (entre ambos discos) una hora y media de pura música (porque, más allá de géneros y peroratas que no llevan a ningún lado, de eso se trata) para disfrutar con los sentidos al rojo vivo.
0 invocaciones del cosmos:
Publicar un comentario