Por Fernando Suarez.
-Book Of Black Earth “The cold testament” (2011)
Nacidos en 2003 de las cenizas de Teen Cthulhu, Book Of Black Earth logró llamar la atención de más de uno con dos discos (“The feast” y “Horoskopus”, editados en 2006 y 2008 respectivamente) donde la cruza de épico Black Metal y rabia Hardcore de su encarnación previa se veía aumentada con importantes cuotas de oscuro Death Metal a la Morbid Angel o el primer Deicide. Tras algunos cambios de formación, el ahora cuarteto llega a su tercera placa (para muchos, una instancia decisiva en la carrera de cualquier grupo) con la rabia intacta y sin intenciones de bajar la intensidad. El punto más notorio es la ausencia de teclados tras la partida de Calvin "Hank" Guthrie, algo que pone bien al frente al trabajo de guitarras y, en consecuencia, a los aspectos más agresivos de su propuesta. Sin resignar del todo su impronta apocalíptica y ominosa, se nota un sonido más afín al Death Metal moderno (por momentos rozando el Metalcore, aunque sin voces limpias ni choreos a At The Gates), con las guitarras escupiendo riff carnoso tras riff carnoso, permitiéndose jugar con ciertas melodías a la Dissection, aires de Crust moderno afines a Disfear o Trap Them, y hasta algo del groove más violento de Pantera. También hay lugar para ocasionales arreglos disonantes y texturas que abren la puerta a una saludable variedad y terminan de redondear una labor bastante personal en ese terreno. La base rítmica también cumple una faena impecable, sosteniendo todo con el nerviosismo y la ajustadísima solidez que el estilo requiere, y las voces ponen el broche de oro con un virulento despliegue de gruñidos y alaridos donde conviven sin problemas los tres elementos principales del sonido del grupo: Death, Black Metal y Hardcore. Es más, la forma más fácil de describir esto sería imaginar una cruza entre la precisión técnica y la brutalidad del primero, la oscuridad épica y los aspectos melódicos del segundo y la agresión urgente y salvaje del tercero (en su faceta más Crusty, vale aclarar), todo envuelto en sonido e interpretaciones de gran factura y expuesto en canciones elaboradas pero siempre coherentes y directas al entrecejo. En fin, no están reinventando el acero pero al menos se las arreglan para darle un sabor propio y, de paso, patearnos el culo durante treinta y seis minutos. No es una oferta como para andar despreciando.
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