Por Fernando Suarez.
-Anaal Nathrakh “Passion” (2011)
A esta altura del partido, con más de diez años de carrera y unos cuantos discos sobre sus espaldas, hay dos cosas que podemos afirmar sobre Anaal Nathrakh sin temor a equivocarnos. Primero, que han sabido construir una propuesta absolutamente personal y reconocible, condimentando su Black Metal furibundo y nihilista con importantes cuotas de Grindcore y, en especial, Música Industrial. Segundo, que la mugre virulenta y opresiva de aquel lejano y genial álbum debut (“The codex necro”, 2001) ya nunca volverá a presentarse con tal intensidad. Es que, desde su sucesor (“Domine non es dignus”, 2004), el dúo británico decidió sumar a su sonido un componente que, cuando no es manejado con buen gusto (en especial en el Metal extremo), puede resultar sumamente peligroso. Me refiero, claro, a la melodía. A veces puedo ponerme un poco insistente con este tema pero hasta el día de hoy, y aún en un disco tan correcto como este “Passion”, esos pasajes dominados por voces pseudo-operísticas, teclados ampulosos y melodías tomadas de lo más rancio del Metal tradicional, no hacen más que desinflar la creciente bola de energía negativa que acumula el resto de la música. Cuando V.I.T.R.I.O.L. (Dave Hunt, para los amigos) se deja llevar por la vasta gama de alaridos y gruñidos que maneja, se transforma en una bestia amorfa, desgarrada y con sed de sangre, cuando quiere cantar suena como un aspirante a integrar cualquier banda de Power-Metal pedorreta. Cuando arrecian los blast-beats, los duros ritmos mecanizados, los riffs carniceros y las perturbadoras murallas de samples corrosivos, Anaal Nathrakh deja de ser un mero grupo musical y se transforma en la representación misma del fin del mundo. Pero, en vez de concentrarse y poner todos sus esfuerzos en mantener y reforzar esos climas, la cagan con esas pretensiones épicas que calzarían bien en bandas como Borknagar o Dimmu Borgir pero que, en gente que ha contado con la colaboración de Shane Embury y Attila Csihar en el pasado y que, aquí en “Passion”, tiene a nombres como Alan Dubin (O.L.D., Khanate, Gnaw) y Mories (Gnaw Their Tongues) como invitados de lujo, termina dejando un gusto amargo en la boca. En fin, ni siquiera tiene ningún sentido que me siga quejando, está más que claro que los tipos son felices (bueno, o algo por el estilo) así y no parecen tener intenciones de modificar su sonido. Como siempre, me quedo con las partes en las que están enojados y las otras mejor intentar borrarlas de la memoria.
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