Por Fernando Suarez.
-Toadliquor “Feel my hate, the Power is Weight” (1993)
En 1993 el término Sludge prácticamente no existía. Los Melvins eran considerados o como un grupo Punk bastante experimental o como padres del Grunge (clasificaciones que, de cierta forma, no eran incorrectas). En New Orleans, Eyehategod, Crowbar o Stressball eran un buen ejemplo de Doom sureño con espíritu Hardcore y Phill Anselmo trataba de manijearlos a toda costa. Boston tenía en Grief y Upsidedown Cross dos buenos representantes pero también ligados directamente al Hardcore y el Punk a través de bandas previas como Disrupt, Deep Wound y Kilslug. Desde Oakland, Buzzov-En eran vistos como una pandilla de drogones delincuentes fanáticos de Black Flag, Eldopa sonaban a Crust tocado lento y Neurosis era llamado algo así como Hardcore Psicodélico. Mientras tabto, en la soleada California cinco tipos con poca fe en la raza humana también ensayaban su propia reinterpretación de los riffs más asfixiantes de Tony Iommi, forzados a través de corrosivas capas de feedback y acoples y alimentados por combustible Hardcore/Crust bien mugriento. Desde ya, para cualquier seguidor del género que escuche este material hoy en día, las comparaciones con Eyehategod y Grief serán más que evidentes, ya sea en los riffs gordos y arrastrados, en los ritmos agónicos, en los taladrantes acoples o en los desencajados alaridos que hacían las veces de voces. Pero, poniendo las cosas en perspectiva, notamos que Toadliquor formaba parte de cierta conjunción astral de músicos con pautas generacionales en común que, en muchos casos, se veían incapacitados técnicamente para alcanzar los niveles de velocidad y precisión que el Thrash y el Death Metal (los géneros extremos dominantes de esos años) habían impuesto y, simplemente (saturados, por otra parte, de dichos estilos), decidieron llevar el extremismo metálico hacia la otra punta del espectro. Como nota al margen, es curioso notar como la gran mayoría de los subgéneros metálicos extremos surgieron (y lo siguen haciendo) de acercamientos entre el Metal y el Hardcore. Retomando, hoy en día es muy probable que la propuesta de Toadliquor no sorprenda a nadie, ya hemos tenido nuestra buena cuota de grupos repitiendo hasta el infinito los esquemas básicos del Sludge que ellos mismos ayudaron a definir, con diferentes grados de éxito artístico. Aún así, sus canciones se sostienen por peso (pesado) propio ante el test del tiempo, transmitiendo hoy las mismas sensaciones de frustración, rabia, alienación, vacío y angustia, y con la misma intensidad. Lo cual demuestra que se trata de buenas canciones, y eso suele ser lo más importante. No es casualidad que, diez años después de la edición de esta placa debut, Southern Lord (el sello emblema del Doom del nuevo milenio) los rescatar del olvido con “The hortator's lament”, un disco que reunía temas viejos, temas nuevos y nuevas versiones de temas viejos, probando así, de forma definitiva, su innegable relevancia. En fin, nunca es tarde para descubrir a una gran banda y, para todo amante del Sludge que se precie de tal, esta debería ser una parada obligatoria.
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