Por Fernando Suarez.
-Servile Sect “Realms of the queen” (2011)
Honestamente, todo ese asunto de quién es hipster y quién trve dentro del Black Metal (y el Metal extremo en general) actual es una pavada tan absurda como aquellas ponderaciones de Manowar sobre el verdadero y el falso Metal. Y, de la misma forma, nada nos dicen sobre lo que realmente importa: la música. Pero, dejando un tanto de lado esto, aviso a todo aquel que todavía guarde prejuicios que Servile Sect es un proyecto ideado por dos nerds norteamericanos (con la psicodélica intención de “conquistar las dimensiones”) y cuya más reciente placa (la tercera, para más datos) ha sido editada por Ecstatic Peace, el sello fundado en 1981 por Thurston Moore de Sonic Youth. Si con eso no tienen suficiente hipsterismo, hay que agregar que este envolvente “Realms of the queen” contiene ocho composiciones que conjugan ciertos modismos reconocibles del Black (las voces chillonas, las guitarras empapadas de reverb, los climas oscuros y opresivos, alguna que otra levantada de velocidad rítmica) con importantísimas cuotas de Drone, Shoegaze, Noise, y Psicodelia. Ok, los fanáticos acérrimos de Mayhem y DarkThrone ya habrán abandonado la lectura, así que podemos continuar con lo nuestro. A esta altura, queda claro que dicha cruza de estilos no es ninguna novedad y, ciertamente aquí podemos hallar trazos de lo planteado con anterioridad por nombres como Wrath Of The Weak, Yoga, Aluk Todolo, Oranssi Pazuzu, Sunn 0))) (en su genial “Black one”) o los legendarios Abruptum. Es decir, el sórdido y ennegrecido corazón del Black Metal llevado a hipnóticas planicies de abstracción a través de un cuidadoso trabajo de texturas ruidosas, embotadoras ambientaciones y amenazantes melodías subliminales. De todas formas, no se puede decir que esto sea una copia de nadie. En primer lugar, sin perder nunca el tenso hilo de terror necesario para el género, la impronta que predomina es la de un profundo y lúgubre viaje cósmico, un recorrido lisérgico por esferas insondables del espíritu y el universo mismo. En segundo lugar, debajo de las espesas capas de distorsiones varias, es posible notar una gama de recursos bastante variada (efectos espaciales, coros, voces melódicas y hasta claras referencias al costado más oscuro de la Música Electrónica) y una innegable musicalidad que termina de confirmarse al notar el grado casi psicótico de detallismo con el que están armadas las composiciones mismas. En fin, no es música para animar fiestas o para corear en la cancha, y no se supone que lo sea. Si tienen los oídos preparados para sangrar y la mente para transitar a lugares que tal vez resulten peligrosos, la experiencia puede llegar a ser bastante gratificante.
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