Por Fernando Suarez.
-Pygmy Lush “Old friends” (2011)
Los miembros de Pygmy Lush son algo así como viejos amigos. Su pasado en bandas fundamentales (en el terreno del Screamo de avanzada, por así llamarlo) como Pg. 99, Crestfallen y City Of Caterpillar los pone en un lugar de excelencia musical y cercanía emocional, al menos desde mi propia experiencia. Con Pygmy Lush encontraron otra manera de expresar esa misma emotividad cruda y visceral, que tomó forma definitiva a partir del genial “Mount hope” de 2008. Lejos de los gritos, las distorsiones extremas, los ritmos frenéticos y las disonancias, el quinteto se metió de cabeza en terrenos dominados por el Folk y el Country, demostrando, una vez más, que la intensidad puede ser alcanzada con diferentes métodos, sólo hay que dejar que la llama interna arda con fuerza. “Old friends” expone esto mismo con una colección de doce canciones dominadas por guitarras acústicas, climas rurales, ritmos suaves y cadenciosos, melodías que generan nudos en el estómago, arreglos mínimos y sutiles, y una sensibilidad que se clava en el alma y remueve emociones profundas con una sencillez apabullante. Se nota, tanto en las composiciones mismas como en esa impronta de honestidad sumamente conmovedora, que los tipos tienen a Neil Young como innegable referente y, en ese sentido, también se permiten algún que otro arranque más Rockero que no hace más que aportar una necesaria cuota de variedad al asunto. De todas formas, el foco y el fuerte de la banda está en las canciones mismas, en su artesanal cuidado melódico, en ese despojo evocador y árido que constantemente hace asomar lágrimas en los ojos. Es que esta tristeza no admite poses superficiales ni muecas vacías, aquí no hay pataleos adolescentes ni exageraciones melodramáticas. Con el gesto adusto, las voces un tanto quebradas (sólo lo necesario) y las guitarras cargando con estoicismo y austeridad el peso de tanta dolorosa belleza, Pygmy Lush nos relata nuestras propias vidas con una claridad y una madurez que resulta melancólica y reconfortante al mismo tiempo. Cuarenta y cinco minutos de música hermosa para sentir con cada fibra del ser.
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