Por Fernando Suarez.
-Maritime “Human hearts” (2011)
Tengo que ser completamente honesto y admitir que me llevó un buen tiempo poder apreciar a Maritime como es debido. Es que, de un grupo conformado (inicialmente) por ex miembros de luminarias Emo/Post-Hardcore como Cap N’ Jazz, The Promise Ring y The Dismemberment Plan, sólo cabía esperar excelencia, grandes canciones e ideas inquietas. Bien, las primeras dos partes se cumplieron pero enmarcadas en un tono de sobria elegancia, una suerte de Pop refinado y prolijo, alejado de las entrañables desprolijidades de Cap N’ Jazz, la emotividad desgarrada y los cambios impredecibles de The Promise Ring y los delirios Funk/Angulares de The Dismemberment Plan. En otras palabras, Maritime exhibe madurez, sin resignar el tono emocional ni el vuelo creativo de su pasado pero expresándolo de una forma, más austera, más distendida y, al mismo tiempo, enfocada. Más adulta, en otras palabras. “Human hearts” es su cuarto larga duración y nos trae lo que, a esta altura, cabe esperar de ellos: canciones melódicas, sensibles y gentiles al mismo tiempo, montadas sobre ritmos cadenciosos, arropadas por un sutil trabajo de guitarras (en su mayoría despojadas de distorsión) y ocasionales teclados, enfocadas en conmover de forma sencilla y sin exageraciones ni desbordes innecesarios. Por momentos se respira cierto aire a The Police (en especial en lo que hace a precisión instrumental) o al The Cure más Popero pero atravesados por esa inconfundible impronta de Emo americano (del Midwestern, para ser más precisos) de mediados de los noventas. No faltan tampoco rebusques y texturas de tono casi Psicodélico pero siempre confinados al formato de canción tradicional y puestos al servicio de la dulzura melódica que domina la placa. De hecho, el cuarteto demuestra no sólo que hay otras formas de generar intensidad aparte del abuso de distorsión y el empuje físico, sino que, valiéndose simplemente de un esquema compositivo frugal, se pueden transmitir emociones de todo tipo, desde la melancolía más reflexiva hasta la alegría más efervescente. Y, en última instancia, semejante panzada de buenas canciones es algo para no andar despreciando.
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