Por Fernando Suarez.
-Mamiffer “Mare decendrii” (2011)
Hay dos preconceptos errados que suelen aplicarse a Mamiffer de forma superficial. El primero es la presunción de que se trata de un proyecto liderado por Aaron Turner (ex líder de Isis, actual integrante de proyectos como GreyMachine, Jodis, House Of Low Culture y mil más), cuando en realidad éste es un participante bajo las órdenes de Faith Coloccia, artista multidisciplinaria que alguna vez formara parte de los experimentales Everlovely Lightningheart. El segundo es afirmar que la música de Mamiffer es Post-Rock. Yo entiendo que la falta de términos adecuados para describir lo hecho por el trío (que se completa con Travis Rommereim) pueda llevar a esa salida simple pero sólo basta una escucha a este monumental “Mare decendrii” (sucesor del también recomendable “Hirror Enniffer”, editado en 2008) para notar que aquí hay mucho más. Lo que tenemos es una pieza musical de una hora, dividida en cinco partes, construida con voluntad experimental y elegancia sinfónica, cargado de hermosas y desgarradoras melodías de piano, envolventes resonancias y acoples, ritmos tenues y aletargados, graves distorsiones subterráneas, misteriosos arreglos corales, orquestaciones profundas pero austeras y un sinfín de recursos musicales que se ponen al servicio de esta pintura plagada de detalles en blanco y negro. Por momentos puede remitir al Ulver de los últimos años pero atravesado por un filtro Drone/Noise, en otros resuenan ecos del Dead Can Dance más lúgubre, luego suena algo parecido a una deconstrucción neoclásica del Doom Sabbathero y hasta puede encontrarse cierta similitud con el material más experimental y abstracto de Grails pero ninguna de estas referencias sirve del todo para englobar el resultado final. Mamiffer utiliza la experimentación sonora y formal como marco para composiciones de tono eminentemente melódico, poniendo siempre al frente una emotividad delicada y frágil, que apunta a las entrañas antes que al cerebro. De todas formas, esto sigue siendo material de alta complejidad. No en términos de apilar muchas notas en poco tiempo (eso no es complejidad, es masturbación), sino en lo que hace al armado de densas arquitecturas sonoras, al sinuoso movimiento rítmico y la riqueza armónica de las composiciones. A tales efectos, Coloccia juntó una pequeña orquesta de luminarias entre los que se cuentan miembros de These Arms Are Snakes, Botch, Russian Circles, Earth, Secret Chiefs 3, Zozobra, Thrones, Black Math Horseman, Circle, Pharaoh Overlord y el violinista Eyvind Kang, que ha colaborado con gente como Mr. Bungle, Sunn 0))), Beck y John Zorn, entre tantos otros. En fin, se trata de un trabajo refinado y ambicioso pero que alcanza resultados concretos y de una intensidad superlativa. Música con mayúsculas que lastima y, al mismo tiempo, acaricia el alma.
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