Por Fernando Suarez.
-Krallice “Diotima” (2011)
Esa envolvente bola de nieve que es Krallice sigue creciendo disco a disco y nada parece poder detenerla. Lo que en principio parecía como una excusa para que los virtuosos Mick Barr y Colin Marston (integrantes de bandas tan retorcidas y experimentales como Orthrelm, Dysrhythmia, Behold...The Arctopus o Infidel?/Castro!, entre tantas otras) jugaran al Black Metal, hoy en día ya se presenta como una banda completamente asentada y con una visión del género respetuosa y personal al mismo tiempo. En primer lugar, nunca deja de deslumbrar como, siendo sólo cuatro tipos (a los mencionados se suma la base rítmica de Nicholas McMaster y Lev Weinstein), logran sonar tan masivos, casi sinfónicos sin necesidad de apelar a teclados pedorros o a esa especie de pompa operística que suele resultar más ridícula que épica. Claro, las figuras principales son las guitarras de Barr y Marston, capaces de dibujar vibrantes paisajes de helada profundidad musical con una facilidad pasmosa, generadoras de atrapantes cascadas de distorsión que se mueven de forma orgánica y fluida invocando constantes visiones de oscura grandilocuencia lisérgica con un manejo de armonías, texturas y contrapuntos sencillamente apabullante. Son ellas las que llevan las riendas de las intrincadas composiciones, proponiendo recorridos sinuosos e impredecibles (por momentos hasta rozando el Shoegaze y, en otros, cercanos al riffeo surrealista de Deathspell Omega) pero firmemente plantados en el nervio épico y desolador aprendido de luminarias Blackmetaleras como Weakling o los primeros Ulver y Burzum. Por supuesto, la parte rítmica acompaña y sostiene con precisión y solidez los laberínticos vericuetos compositivos, apuntalando en el cuerpo lo que las densas orquestaciones de guitarras producen en la mente. Tal vez el único punto en contra (relativo) que le puedo encontrar a esta tercera placa es cierta falta de sorpresa, como si estuvieran más concentrados en pulir al máximo lo expuesto en el anterior (y genial) “Dimensional bleedthrough” (2009) que en explorar nuevas variantes. De todas formas, con un promedio de casi diez minutos de duración por tema, les puedo asegurar que en “Diotima” todavía queda mucha carne para masticar. Si hay algo que a esta gente no le falta es imaginación y vuelo creativo. Imprescindible para todo aquel interesado en la actualidad del Black Metal.
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