Por Fernando Suarez.
-Jesuit “Discography” (2011)
Nos trasladamos a mediados y fines de los noventas y nos topamos con Jesuit, algo así como el semillero del Mathcore. Es que, seamos honestos, es probable que todos los conozcamos como “la banda donde tocaban Nate Newton y Brian Benoit antes de entrar a Converge y The Dillinger Escape Plan respectivamente”. Tal vez aprovechando esas conexiones como gancho comercial, el sello Magic Bullets ha decidido entregarnos en un único y cómodo pedazo de plástico la discografía completa del grupo, incluyendo su álbum homónimo de 1997, su primer demo, su último ep (editado originalmente por Hydrahead) y la increíble versión que realizaran del clásico “Hole in the sky” de Black Sabbath. Bien, ahora que ya saben eso, olvídense de las filiaciones y prepárense a recibir una de las golpizas musicales más intensas y estimulantes de los últimos tiempos. Hoy en día podríamos meter a Jesuit en la bolsa del Mathcore o el Noisecore y, ciertamente, las comparaciones con nombres afines como Deadguy, Kiss It Goodbye, Nineironspitfire o Today Is The Day no estarían de más pero, al mismo tiempo, es imposible dejar de notar la clara influencia que ejercerían sobre futuras luminarias del género como Anodyne, Majhas, The Chariot, Gaza o los mismos Converge. Claro, también hay que decir que la forma de encarar del estilo aquí no se basaba necesariamente en el despliegue técnico ni el caos controlado que luego popularizaría The Dillinger Escape Plan. O sea, tenemos algo de eso pero empleado de forma mucho más espontánea y cruda. La palabra clave parece ser disonancia, y si piensan en una versión rabiosa (de corazón Hardcore y coraza metálica extrema) del Noise-Rock más agresivo no estarán mal rumbeados. En efecto, aquí tenemos voces que escupen bilis y frustración a grito pelado, ritmos contracturados que se sienten como patadas en la boca del estómago, climas de asfixiante tensión que se quiebran en psicóticos estallidos de liberación, un bajo que gruñe amenazante y pútrido, y unas guitarras que se llevan todo por delante entre acoples, riffs angulares, punzantes arreglos disonantes, deformes contrapuntos y demás recursos expuestos con perversa creatividad e inagotable energía negativa. Tampoco faltan las referencias al último Black Flag, tanto en lo que hace a riffs enroscados como a ocasionales rebajes que rozan el Sludge (Mastodon y su descendencia también tomarían alguna que otra idea prestada de aquí) y, principalmente, en la entrega visceral, sudorosa y urgente que transmiten estas doce canciones. Y lo mejor de todo es que, a pesar de tratarse de material con más de diez años de edad, suena hoy en día tan potente y relevante como el que más, incluso superando a gran parte de los exponentes actuales de este tipo de música. En fin, si en su momento los dejaron pasar, ahora tienen una segunda oportunidad (y encima remezclada por Kurt Ballou, de Converge). No la desperdicien.
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