Por Fernando Suarez.
-Ghostlimb “Infrastructure” (2011)
¿La tercera es la vencida? Bueno, para Ghostlimb (un trío, por cierto) la tercera es tan vencida como las dos primeras. Es que, desde aquel debut homónimo editado en 2006, estos californianos ya demostraban un nivel compositivo, una intensidad y una claridad de ideas digna de veteranos en la materia. Para muchos todavía serán algo así como el hermano Hardcore de Graf Orlock (banda con la que comparten integrantes y sello discográfico) pero eso sería quedarse sólo en la superficie. Sí, su propuesta está firmemente plantada en lo más rabioso de tal género y no estaría de más usar el término Crust para describirlos pero eso, en última instancia, no es suficiente. Aquí tenemos ritmos acelerados que invitan a repartir patadas, pedregosos alaridos, un bajo sucio y arenoso y riffs que patean el pecho a pura distorsión, pero también tenemos machaques casi Thrashers, emotivas melodías de guitarra, climas de tensión introspectiva, el necesario grado de variedad y una frescura que transforma lo que, en principio puede parecer limitaciones, en energía pura y sin adulterar. Ok, no vamos a pretender que esto es material innovador, o algo por el estilo, porque simplemente no lo es. Las huellas del linaje His Hero Is Gone/From Ashes Rise/Tragedy resuenan con fuerza en estas doce canciones pero de ninguna manera se trata de una copia sin estilo ni identidad propia. Hay algo aquí más bien difícil de definir, una impronta fuertemente emocional y urgente que, en espíritu antes que en lo formal, bien podría asociarse a nombres legendarios como Black Flag o Rites Of Spring. De todas formas, el empuje rabioso de los temas debería ser suficiente para hacer las delicias de todo Crusty mugroso que se precie de tal. Es sólo que Ghostlimb esconde una profunda y cuidada musicalidad (presten especial atención al trabajo de las seis cuerdas y al movimiento dinámico de la batería) detrás de las cascadas de bronca. Y, con la totalidad del disco apiñada en poco más de veinticinco minutos, tenemos la seguridad de un resultado certero y entretenido, lo cual no es poco. Como broche de oro, ese final a pura melodía (voces y guitarras limpias incluidas) que es “Plastic surgery” nos confirma que la unidimensionalidad no es parte del paradigma de Ghostlimb. A Disfrutar.
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