Por Fernando Suarez.
-Demian Johnston & Mink Stole “Trailed & kept” (2011)
La historia es simple. Demian Johnston (alguna vez miembro de luminarias del Hardcore noventoso y el Mathcore como Undertow, Nineironspitfire, Kiss It Goodbye y Playing Enemy) se sentó en su hogar, munido de guitarra eléctrica y pedales, y, en una sola toma sin sobregrabaciones, improvisó unos cuantos minutos de ruidos, texturas, climas y resonancias varias. Dichas grabaciones fueron luego enviadas a Mink Stole (el seudónimo detrás del cual se esconde Chris Negrete, vocalista de los Avant-Garde-Math-Metaleros de Radiation 4), quien agregó sus propios ruidos (provenientes de diversas fuentes, especialmente metales y voces procesadas) para terminar de dar forma a este cavernoso viaje que dieron en llamar “Trailed & kept”. Hasta ahí los datos, lo que resta es cerrar los ojos, relajar el cuerpo y abrir la mente para dejarse envolver por el incesante y espeso fluir sónico de estos sesenta y tres minutos de pura opresión musical. Sí, esto bien puede meterse en la bolsa del Drone/Noise más abstracto y experimental pero de ninguna forma se trata de esos trabajos que parecen hechos como meras excusas para jugar con efectos o que se apoyan exclusivamente en un supuesto cientificismo sonoro que suele olvidarse de que, al fin de cuentas, esto también se trata de música. En ese aspecto, debajo de las apocalípticas cascadas de distorsión y los graves que parecen retumbar hasta el infinito, encontramos melodías reconocibles, intrincados arreglos y dinámicas de tono casi sinfónico y una deslumbrante capacidad para arribar a resultados concretos a través de métodos casi lúdicos. Por un lado, Johnston no ha escatimado recursos a la hora de plantear sus improvisaciones, extrayéndole a su guitarra una gama infinita de sonidos de toda índole pero haciéndose algo de espacio para exponer una sensibilidad melódica que aporta una siempre necesaria cuota de urgencia y humanidad a los temas. Por el otro, Stole adorna el material crudo con una musicalidad brillante e imaginativa (el trabajo vocal y las sutilezas rítmicas que propone son para sacarse el sombrero), empujando los límites de las convenciones musicales pero, al mismo tiempo, eludiendo muchos de los clichés de la experimentación ruidosa. Lo que logran estos tipos aquí es superar uno de los principales escollos con los que cuenta este tipo de música en general: el aburrimiento. Más allá de su origen improvisado, las composiciones resultan atrapantes, inquietantes, dinámicas, profundas y hasta, por momentos, emotivas. No es material fácil, desde ya, pero en ningún momento da la sensación de ser un ejercicio masturbatorio o un juego autoindulgente carente de sustancia. Especialmente recomendado para oídos afilados y aventureros.
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