Por Fernando Suarez.
-Battles “Gloss drop” (2011)
Desde su nacimiento (allá por 2002) y gracias al destacado pedigree de sus integrantes (que incluía bandas como Don Caballero, Lynx, Storm & Stress, Helmet, Tomahawk y The Mark Of Cain), Battles ya tenía prácticamente ganado el mote de supergrupo sin siquiera tocar una nota. Por supuesto, luego demostraron que lo suyo era más que meras glorias pasadas, con dos alentadores ep’s (“Ep C” y “B Ep”) y un festejado álbum debut, “Mirrored”. Cuatro años después de la edición de aquel, llega este “Gloss drop”, que encuentra al grupo convertido en trío, tras la deserción del cantante y multi-instrumentista Tyondai Braxton (alguna vez colaborador de Glenn Branca y miembro de otro supergrupo Math-Rockero, Risil). Esto no significa que el nuevo material sea enteramente instrumental, sino que se valieron de cantantes invitados (entre los que podemos destacar a Gary Numan y el gran Yamantaka Eye) para suplir el vacío dejado por Braxton. Ahora bien, si en su momento estos tipos no se durmieron en sus propios laureles y lograron llamar la atención con su particular marca de Math-Rock elegante y adornado de experimentación electrónica, esta segunda placa los encuentra adentrándose en terrenos aún más inclasificables y, al mismo tiempo, refinados. El frenético impulso rítmico casi Jazzero sigue allí, lo mismo esas guitarras que tienden puentes entre King Crimson y Sonic Youth, los teclados y efectos juguetones, y la angular arquitectura de las composiciones. Pero ahora tenemos también lugar para melodías sutilmente elaboradas y de tono casi inocente, paradas en algún lugar entre el Pop, el Rock Progresivo, el Jazz, el Funk, el Reggae, la Electrónica más accesible y hasta cierto regusto latino. Suena extraño, claro, y la habilidad del grupo está en lograr que toda esa impronta delirante esté enmarcada en composiciones de tono más bien amigable, con vueltas y arreglos inesperados pero colocados en función de estimular la imaginación antes que de confrontar al oyente. Por un lado, se trata de un material sumamente original y de un vuelo creativo y una musicalidad tan cuidadosa como intrincada. Por el otro, hay momentos donde tanto refinamiento, tanta calculada desfachatez, les confiere un aire no deseado de frialdad. De todas formas, uno no espera encontrar Hardcore en un disco de estas características, por lo que la queja es relativa. E, inclusive un fanático de Black Flag como yo, puede apreciar el talento y la imaginación de estos virtuosos y dejarse llevar por la frescura de sus nuevas canciones. Para paladares aún más refinados, esto debería ser un auténtico manjar.
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