Por Fernando Suarez.
-Lento “Icon” (2011)
El nombre Lento ya debería darnos alguna pista. El hecho de que sean italianos no nos dice demasiado pero sí lo hace que hayan compartido un disco (“Supernaturals: Record one”, 2007) con sus compatriotas de Ufomammut y que (a partir de lo expuesto en “Earthen”, su placa debut de 2007) se hayan ganado el mote de “los Pelican italianos”. No hace falta un doctorado en física cuántica, entonces, para adivinar que lo de este quinteto instrumental va por los carriles de los riffs gordos y monolíticos, los ritmos densos y aplastantes, y las alargadas ambientaciones atmosféricas. Desde ya, las comparaciones con Pelican no están de más (ambas bandas instrumentales, ambas con guitarras bien graves, ambas con un peso rítmico bien contundente, ambas con desarrollos dinámicos casi Progresivos, ambas con atmósferas más bien épicas) pero, a partir de este “Icon” se hará más difícil dudar de la identidad propia de Lento. En primer lugar, estos tanos se quitan de encima uno de los lastres más pesados que viene soportando el género en los últimos tiempos: el Post-Rock. Esto no significa que renuncien a los juegos de intensidades contrapuestas ni que se encierren únicamente en los riffs Sludgeros, sino que emplean otros elementos para llegar a un mismo objetivo. El costado climático del grupo se ve ahora representado por resonantes ambientaciones macabras, casi como un Glenn Branca listo para oficiar una misa negra. En ese sentido, ayuda bastante que cuenten con tres guitarristas aportando al espeso entramado sónico pero, principalmente, ayuda el hecho de que hayan puesto toda la carne al asador en el aspecto compositivo. Con diez temas en treinta y siete minutos, queda claro que los muchachos no tienen ganas de aburrirnos cayendo en eternos pasajes de autoindulgencia grandilocuente. Y, aún cuando las composiciones manejan estructuras intrincadas y los riffs se adentran en terrenos de punzante disonancia (es bienvenida la influencia Melvinesca que se percibe a lo largo de toda la placa), se los nota bien enfocados y certeros. Por supuesto, esto sigue siendo material para escuchar sin distracciones, las atmósferas psicodélicas generan un pesado embotamiento, el trabajo de guitarras es minucioso hasta lo enfermizo y, cuando estallan los momentos más álgidos, transmiten una fuerte sensación de profundidad espiritual que trasciende lo meramente genérico. Dudaría de meter a “Icon” en la bolsa del Post-Metal, sobre todo teniendo en cuenta que dicho apelativo se ha transformado en sinónimo de clones de Neurosis sin imaginación ni pelotas y, si hay algo que aquí no falta, son ideas e intensidad. Para recuperar la fe en el Doom, que últimamente viene medio alicaído.
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