Por Fernando Suarez.
-KEN Mode “Venerable” (2011)
Cualquiera que venga siguiendo más o menos de cerca el revival Noise-rockero que se dio en los últimos tiempos debería estar al tanto de la propuesta de KEN Mode, uno de los primeros grupos en desempolvar los discos de Unsane, The Jesus Lizard, Craw, Melvins y demás luminarias del género y traer ese sonido al nuevo milenio. Con más de diez años de carrera, estos canadienses se destacan del resto del pelotón de torturadores de guitarras en base a una energía intensa e imperativa, antes que a fuerza de miradas originales o vueltas de tuerca renovadoras. Lo cual no es, de ninguna manera, un problema. Es bien sabido que no hace falta redefinir un género o un estilo musical para llevarlo al tope de sus capacidades. En ese aspecto, el trío pone el foco en la violencia. Más allá de los ritmos angulares, los riffs disonantes y enroscados, el bajo gordo y podrido, y las dinámicas cargadas de histeria y tensión, lo que más se destaca es esa sensación de urgencia y desesperación, esa virulencia física en la que se adivina un corazón Hardcore latiendo hasta romper el pecho. Para ponerlo en términos Neurosiescos, lo que separa a KEN Mode de muchos de sus congéneres es que en ellos el fuego interno arde con abrasadora pasión. Por supuesto, el hecho de que sepan balancear esa brutalidad expresiva con un inteligente manejo compositivo e interpretativo ayuda bastante, y cualquiera que preste atención podrá encontrar una profunda y enfermiza musicalidad enterrada bajo los aullidos desgarrados, los golpes de batería atronadores, las guitarras chirriantes y los graves mugrientos. E inclusive se hacen lugar para alguna que otra variante. Más allá del amor por la gordura Sludge y los guiños Math-rockeros que ya exhibieran desde sus inicios, “Venerable” (cuarto larga duración, por cierto) inaugura pasajes de introspección melódica y hasta una labor de texturas con un cierto aire al Post-Hardcore más tenso y oscuro, lo que aporta un aire de mayor emotividad sin que ello signifique resignar potencia o electricidad. Por supuesto, lo que queda claro entonces, es que estos tipos no sólo saben como aporrear sus instrumentos con el máximo de eficacia (ya que estamos, digamos que el sonido del disco, a cargo de Kurt Ballou de Converge, es sencillamente impecable) y agresión, sino que también comprenden a la perfección que todo el ruido del mundo no vale de nada sin las canciones que lo sostengan. Y que no basta con apilar unos cuantos riffs atonales empapados de feedback sobre un groove trabado para conseguir una buena canción. Vamos, el hecho de que tomen su nombre de una expresión utilizada por Black Flag (Kill Everyone Now Mode) a la hora de plantear sus conciertos ya debería bastar para comprender que aquí no hay ni un sólo atisbo de superficialidad. Ideal para sacudirse y escupir bilis como si no hubiera un mañana.
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