Por Fernando Suarez.
-Buffalo Tom “Skins” (2011)
Pasó mucho tiempo desde que fueran considerados (con sus primeros discos, allá por fines de los ochentas) como unos “Dinosaur Jr Jr”. Pasaron muchos años desde aquellos dorados noventas donde tuvieron un auge de popularidad que nunca pudieron capitalizar del todo pero en 2007 los tres componentes originales de Buffalo Tom (los mismos que se mantuvieron intactos durante toda su carrera) decidieron volver al ruedo con un álbum nuevo bajo el brazo, “Three easy pieces”. Cuatro años más pasaron y aquí tenemos este “Skins” que parece convencernos de que, en realidad, no ha pasado tanto tiempo. Porque, si quitamos ciertos modismos típicos del Rock de los noventas (son demasiado sinceros para el Indie-Rock, demasiado melódicos y refinados para el Grunge y demasiado áridos y melancólicos para el Power-Pop), lo que aquí tenemos son grandes canciones, guitarreras, melódicas, emotivas y gancheras. Y eso es algo que nunca envejece. El poderío emocional de estas preciosas melodías, de estos acordes perfectamente colocados, de estas cadencias que fluyen con absoluta naturalidad, es algo que trasciende los géneros y las modas rockeras. Por supuesto, ya no suenan tan rasposos y Punkys como en sus inicios pero eso no significa que hayan perdido el filo o la energía. La guitarra raspa o acaricia según se lo requiera, los ritmos suben o bajan de intensidad siguiendo el dictado de las emociones y no al revés, las voces no exponen registros virtuosos pero saben perfectamente cómo llegar al corazón de forma modesta, afinada y ubicada, y no faltan coros, pianos y demás ingredientes para terminar de darle sabor a la propuesta. Las composiciones pueden reflejar una efervescencia de claro talante Pop, replegarse en cálidos rasgueos Folkys o simplemente contagiar un empuje rockero y melódico sencillamente irresistible. No necesitan complicarse demasiado para decir algo, no precisan de disfraces o artilugios efectistas para sonar absolutamente personales y nunca caen en el desgano o la tosquedad para demostrar espontaneidad y frescura. “Skins” es un perfecto ejemplo de cómo componer e interpretar canciones redondas, con un inquebrantable equilibrio entre madurez, excitación, emotividad y atinado instinto musical. ¿Qué más le pueden pedir a la vida?
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